Narra Cammeron
¿Que pasa cuando te das cuenta que la vida no es como lo cuentan los libros, las películas y los mismos diarios? ¿Cuanto dolor puedes sentir al notar las oscuras neblinas que rodean la vida? ¿Quienes son los verdaderos amigos...? ¿Quienes son los enemigos? ¿Cual es la verdad de la vida? ¿Como se puede demostrar el engaño? ¿Como se puede vivir feliz?
Todas aquellas preguntas pasaban por mi mente esa mañana, como lo hacían a cada momento.. Habían tantas preguntas y tan pocas respuestas...
Me pasé la mano por mi cabello recién lavado, me cubrí más con la gruesa cobija de aquel tremendo frío para reprimir un escalofrío y continué tomando el caliente té.
Era una fría mañana, inundada de una espesa neblina. No tenía que ir a la Academia, pero me atemorizaba la labor de esa tarde, e intentaba a toda costa, ignorarla hasta que se acercara el momento de salir de la casa. Cuando por fin logré levantarme de aquel sofá, alguien llamó a la puerta. Resoplé cansada, pues no tenía ganas de verle a nadie el fastidioso rostro, ¿Por qué la gente no se ahorraba las visitas para otros momentos? Me miré en el enorme espejo instalado en la sala de mi apartamento: Era un completo desastre; estaba arrollada en una enorme cobija azul oscuro, mi cabello corto, caía despeinado en mi frente, bajo la cual lucían los achinados ojos y soñolientos ojos. Resoplé con desaprobación, después de que insistieran con dos golpes al otro lado de la puerta. Ignoré mi aspecto, la verdad era que a nadie le importaría como me viera, todo el mundo tenía aquel aspecto en las mañanas.
-Hola... -Articuló apenas el joven, sin poder ocultar la timidez. Rápidamente sentí como mi rojo se sonrojaba.
-¡Frederic! Yo... ¿Que..Que haces aquí?
-Yo... Lo siento... Debí avisar que vendría, lo se-Ahora se notaba que estaba divertido al verme en aquel estado, lo que me dio aún mas pena, y me sonrojó con mas intensidad- Pero tengo un amigo que vive en el piso de abajo y.. Bueno, Doreen me mencionó que vives aquí y decidí... -Hizo una pausa, y se pasó nerviosamente los dedos por su largo y negro cabello, yo solo lo miraba, no sabía como reaccionar. Entonces resopló, cerró los ojos unos segundos y luego me miró- ¡Mierda, Cammy! Quería disculparme, a eso vine.-Me sostuvo la mirada unos segundos, esperando mi respuesta. Yo seguía embobada, no sabía de que diablos me hablaba.
-¿Dis.. Disculparte? ¿Por qué?
-No estuvo bien lo que hice el otro día. Tenías razón, no debo meterme en tus asuntos, y pues... Me quedó de lección, lo que pasa es.. Me tenías algo preocupado, bueno.. Nos tenías, a Doreen también ¿sabes? - El punto es: Perdóname por haberme metido en tus cosas, solo quería que supieras que podías contar conmigo, y lo que sea que te esté pasando, aunque no es asunto mio... Va a perder importancia en algún momento, y ya no te afectará tanto. -No podía creer que hubiera venido a disculparse de aquella manera, era un lindo gesto, hacía mucho tiempo que alguien no se preocupaba por mi de aquella forma. No pude evitar sonreír, yo había olvidado aquella pequeña discusión que habíamos tenido, en donde había sido yo quien lo había tratado mal.
-Frederic, yo... No tienes por qué disculparte -Sonreí. -Yo no debí tratarte de esa manera.
Sus ojos brillaron y su expresión se convirtió en alivio.
-No te preocupes. -Se limitó a decir.
-Pasa... -Dije aún con un poco de pena. -Disculpa el desorden... -Dudé- Y mi aspecto.
-Te ves bien... -Rió.
-Si... Bien mal. -Susurré con sarcasmo.
Era obvio que aquel muchacho de largo cabello negro se estaba preocupando por mi, lo sabía y eso me causaba un cosquilleo de... ¿Felicidad? No. Alegría era lo que sentía en aquella ocasión... Aún me faltaba mucho para llegar a ese estado que tanta gente anhelaba, entre esa gente estaba yo, pero en secreto.
Frederic se quedó apenas unos minutos, donde conversamos un poco, pero pronto se dio cuenta que debía estar en un auditorio grabando una audición que enviaría a alguna otra institución. No me quiso contar con mas detalles y prometió hacerlo luego.
Nuevamente sola, decidí darme un baño, eran las 9:30 de la mañana y seguía haciendo un frío que me hacía temblar y me daba escalofríos.
Salí de la ducha y me envolví en una toalla. Con dificultad me dirigí al ropero y pronto estaba frente al espejo mirando a una escuálida chica de cabello corto que temblaba de frío. Unos rasgados ojos me devolvían la mirada con un resentimiento que solo yo podía comprender. Los fuertes rasgos se habían intensificado al crecer, unos pómulos sobresalían del rostro y el cabello corto dejaba ver una marcada mandíbula que casi nunca daba paso a sonrisas.
Me vestí rápidamente, intentando despejar mi mente de cualquier pensamiento que volviera mas oscuro mi día. Frederic era muy amable conmigo...
-Ni te ilusiones, chica... -Me dije en un susurro- Todas las personas son iguales.
...
Respiré profundamente antes de tocar el timbre, con miedo a que me abriera la puerta algún indeseado. Presioné mi dedo contra el botón blanco y unos segundos después...
-Cammeron... -Murmuró mirándome a los ojos.
-John. -Bufé, maldiciendo por dentro... ¿No era posible que me abriera otra persona mas? No. Maldita sea, tenía que ser el.
-Escucha, yo...
-No quiero escucharte, John. -Lo corté, provocando que me mirara desafiante, pero no me inmute y sostuve la mirada hasta que el la desvió, casi con desesperación -¿Me dejas pasar? Por favor. Necesito ver al Sr. Martin.
-El no ha llegado -Espetó acercándose, como si quisiera intimidarme y no me quedara mas que escucharlo. Maldito idiota.
-Bien. Déjame entrar.
-¿Quieres escucharme?
-No. -Contesté rápidamente.
- Bien. No me interesa, lo harás. ¿Que quieres que te diga? Yo...
-No quiero que abras la maldita boca, Lennon...
-Se que quieres escucharme, Cammeron. Y se que me extrañas..
-¡Por favor! ¿Realmente crees que eres el centro de mi mun..?
-¿Por qué diablos siempre tienes que la gente te vea como una chica ruda? ¿Crees que no se lo que eres? ¿Crees que no te conozco y que me voy a tragar esta maldita actuación que estás haciendo?
Lo miré con odio. No iba a escucharlo mas. Iba a entrar como fuera a ese estudio. Caminé hacia el, empujándolo.
-¡No vas a entrar hasta que hables conmigo! -Espetó forcejeando contra mi. Me tomaba de los hombros, mientras yo lo empujaba con toda la fuerza que podía.
-¡Mueve tu asqueroso trasero!
-¡¡DIME ALGO, MALDITA SEA!! -Gritó histérico sacudiéndome. Paré mi forcejeo, y me solté bruscamente de sus manos.
-¡No me conoces, Lennon! ¡Ha pasado demasiado tiempo! -No me molesté en reprimir una amarga risa mientras daba unos pasos hacia atrás- ¿Que diablos quieres de mi, John?
-¿Por qué nos está pasando esto? ¿Por qué diablos me odias, Cammy? -Sus ojos suplicaban, mientras su voz se quebraba y me rogaba que contestara a aquellas duras preguntas- ¿Por qué mierda me gritaste sin querer escucharme? ¡Dilo! ¿Por qué ayer peleamos? Yo.. ¡Diablos! ¿No puedes ser por un día suavizar tu personalidad y escucharme?
-No, John. Lo siento, ha pasado demasiado tiempo. -Dije sin pensarlo.
-¡Cammeron! -Dijo una voz a mis espaldas- ¡Que bien que llegaste! Siento el retraso, había mucho tráfico.
-No se preocupe, Sr Martin. -Dije logrando sonreír levemente mientras le estrechaba la mano.
-¡Hola John! ¿Tenían ensayo hoy también?
-No, George. Yo... Ya me voy. -Dijo mirándome con profundo resentimiento, bajó las escaleras casi trotando, subió a un auto negro y se marcho.
Hola!
Muchachas, les pido a todas que me disculpen por haber tardado tanto tiempo. La verdad es que por diferentes razones no había vuelto a escribir. Pero prometo que voy a continuar, hasta que este cerebro no tenga mas ideas.
Muchas gracias a todas por sus comentarios, me han animado muchísimo.
sábado, 27 de octubre de 2012
sábado, 14 de julio de 2012
Cap. 21 ''Desde mi perspectiva''
Narra Cammeron
El señor Martin había ido a abrirle la puerta. Venía riendo con el, quien al parecer no había notado mi presencia.
-¿Ya te vas? -Me preguntó George, pero yo no fui capaz de contestarle. Solo podía mirarlo a El. Que estaba colgando su abrigo y me daba la espalda.
-Yo... -Pero no pude decir mas, mi voz se quebró. Respiré profundo, debía ser fuerte. -Si, debo irme.
-Pero está lloviendo. Mejor espera a que yo te lleve, o quizás pueda llevarte en taxi. No puedes irte caminando bajo la lluvia con el Cello, Cammeron.
Entonces al fin John se volteó bruscamente, sentí como puso sus sobre mi. Pero yo no quería mirarlo, tenía miedo, pánico... Y todavía no podía explicar por qué.
-No.. No se preocupe, Señor Martin.
-Vamos, hija. No seas así. Después te puedes enfermar. Pronto te llevaré, confía en mi. -Dijo amablemente. -Así te quedas a ver el ensayo, ¿no John? Te están esperando allá. -Dijo esta vez dirigiéndose a el. Bajé mi mirada antes de toparme con la suya. Pero el no contesto - ¿John? -Preguntó preocupado el Señor Martin.
-¿Cammy? -Susurró después de unos segundos, con voz quebrada y dañada, como si hubiera tenido que reunir todas sus fuerzas para pronunciar mi sobre nombre. Un increíble torbellino de emociones comenzó a deshacer todo aquel orgullo, resentimiento y dolor que tenía por dentro, y me obligó a levantar la vista hasta encontrarme con aquellos ojos. Mi corazón latía con una fuerza increíble, no podía creer que después de tantos años estuviéramos de nuevo frente a frente. Sentía como su mirada me envolvía, no podía dejar de mirarlo ahora que me había atrevido a hacerlo. Era mucho mas hermoso de lo que lo recordaba, su cabello estaba diferente, ya no era aquel muchacho con el que jugaba, eso era obvio. Pero aun así, muy adentro de mi sentí como si fuéramos nuevamente dos chiquillos adolescentes enamorados y con grandes sueños.
-John, te esperaremos en la sala de ensayos. -Dijo suavemente Martin, como si comprendiera lo que estaba sucediendo. Ambos miramos a George cuando habló, como si nos hubiera sacado de una nube llena de recuerdos. El hombre se retiró, entrando a la sala y cerrando tras si. Entonces sus ojos volvieron a posarse sobre los míos y al fin sonrió un poco. Su cara reflejaba mil emociones, podía notar las mismas que yo había sentido por tantos años, las podía identificar, pero sobre ellas una alegría inmensa se desbordaba de sus rasgados ojos cafés.
-No lo puedo creer... -Dijo con un tono de voz apenas audible. -¿Que haces aquí? -Me preguntó después de un gran suspiro.
-Es una larga historia... -Respondí, mi voz sonaba cortante y fría, lo sabía. Pero no tenía la menor idea de como reaccionar. Tenía miedo-No pensé encontrarte aquí.. -Aclaré.
-Ni yo... -Musitó. Nos volvimos a mirar en silencio unos segundos, yo había cambiado, lo sabía. Ahora llevaba mi cabello corto y revoltoso, apenas un poco mas largo que el suyo, que a lo contrario lo llevaba mas largo de lo que recordaba. Entonces, después de otros largos segundos de profundas miradas, miró hacia el suelo y sacudió un poco su cabeza, atónito. Podía notar en sus ojos cierto resentimiento también.
-Tengo que irme. -Dije, mas para mi misma que para el, bajando la mirada y pasando junto a el, lo mas rápido posible. Pero se puso frente a mi rápidamente cerrándome el paso. Resoplé, pero evitando mirarlo y me pase la mano por mi cabello.
-Te lo cortaste... -Comentó, pero no obtuvo respuesta de mi parte. -Te ves bien... Va mas con tu estilo.
-Quisiera decir lo mismo de ti. -Comenté sin pensar.
-¿Que quieres decir? -Reaccionó rápidamente, con su tono desafiante. Lo miré, siempre había odiado que quisiera intimidar a la gente... Si lo hacía antes, siendo un simple chico de clase obrera, lo haría mas ahora que lo tenía todo. Mantuve mi mirada fija y fría con la suya. El tenía el ceño levemente fruncido.
-Que ahora eres un niño rico. -Nuevamente dije eso sin procesarlo antes por mi cerebro. Estúpida Cammeron. Bueno... Era cierto después de todo.
-¿De que diablos hablas? No sabes nada de mi ahora, hace años no sabes nada de mi.
-¿Me culpas por el hecho de que hayamos perdido el contacto por todo este tiempo? -Le pregunté indignada.
-¿De quien mas es la culpa, Cammeron? -Cada vez alzaba mas la voz, y me miraba a los ojos con completo resentimiento, la alegría se había esfumado- ¡Dímelo! ¡Tu te fuiste!
Lo miré con todo el odio que me fue posible.
-Esa no fue mi decisión. Lo sabes. -Musité apenas. No podía creer que me estuviera culpando por aquello. -Tu prometiste que me buscarías, Lennon. Tu prometiste que me escribirías al menos, que harías algo para demostrarme que no me olvidarías... ¡Que no fui otra estúpida que se metió en tu vida! ¡No sabes como he pasado todos estos años! ¡Han sido un verdadero infierno! ¡No sabes lo que es extrañar a alguien de esta manera! -No me había dado cuenta de el momento en que había dicho todo aquello, era como si hubiera estado esperando para decírselo por todo aquel tiempo. El solo me miraba, era lo único que hacía, de una manera inexplicable.
-¿Y tu no podías escribirme? ¿No podías tu demostrarme que me extrañabas? -Lo miré de la misma manera que hacía unos segundos y el me devolvió la mirada de igual manera.
-¿John? Te estamos esperando. -Dijo una voz a mis espaldas, pero el ni volteó sus ojos al que le hablaba, siguió intentando traspasarme a mi y luchando por que yo no lo hiciera con mi mirada. -¿John?
-Cammeron. George dice que si puedes pasar un momento. -Dijo otra voz. Lo miré una vez mas y musité:
-Prometiste no olvidarme. -Di media vuelta y miré a Paul y a Ringo, ambos con cara de desconcertados y confundidos por la pequeña escena. Ignorando las caras dudosas de ambos, pasé a la sala y busqué con la mirada al Señor Martin.
-¡Cammeron! Te tengo una propuesta. Quiero comenzar a trabajar con un proyecto paralelo a este, algo un poco clásico. No se si te interesaría. Quizás podría escucharte y ambos decidiremos si tal vez puedas comenzar a grabar un disco. Tengo mucho tiempo queriendo trabajar con algo clásico y además con algún solista. Pero claro, solo si te interesa.
-Vaya... Yo... -Era una gran idea y oportunidad, de eso no había duda... Pero quizás así vería mucho a John y sabía cuanto me lastimaría. Maldije en mis adentros, un hombre no estropearía mi carrera profesional. -Me encantaría, George. ¿Cuando quisieras escucharme?
-¡Excelente! ¿Tienes algo que hacer mañana? Los estudios estarán abiertos todo el día.
-Mañana será. ¿Está bien a las dos de la tarde?
-A las dos es excelente. -Respondió sonriendo amablemente.
-Bien. Debo irme, fue un gusto conocerte. Nos vemos mañana.
-¿Ya dejó de llover? ¿Necesitas un taxi? O bueno... Si quieres, puedes dejar el Cello aquí en el estudio ya que vendrás mañana.
-Sería excelente. Gracias. -Dijo sonriendo y dirigiéndome a una esquina para dejarlo ahí
-¿No te quedarás a ver el ensayo, Cammeron? -Preguntó Paul desde el otro lado de la sala, lo miré. Estaba afinando el bajo mientras Lennon le daba una referencia con su guitarra. Justo cuando terminó de decirme aquello, John lo fulminó con la mirada, pero no me miró a mi en lo absoluto y siguió con lo suyo.
-No, gracias. No creo que sea apropiado, no quiero estorbar.
-Para nada. -Dijo el chico llamado George, parecía ser el mas joven y estaba sentado en otra esquina con la guitarra reposando sobre su pierna derecha. -Nunca tenemos invitados.
-Puedes quedarte, Cammeron... -Sonrió el Señor Martin. Miré a John. Realmente me apetecía escucharlos, quería ver que era lo que les hacía ser tan famosos y adorados por la nueva generación.
-¡Quédate! -Paul se había acercado a mi y me miraba. -Además ya es tarde, luego iremos a dejarte.
----
-¿Que tocamos primero?
-Necesito ensayar Twist and Shout, no quiero un fiasco con mi garganta en uno de los conciertos.
-Bien, Winston. -John me miró antes de comenzar con algo de arrogancia, yo me encontraba sentada del otro lado del vidrio, sostuve mi mirada sin que notara en mi timidez.
-1, 2, 3, 4... -Una pegajosa melodía comenzó a sonar. Y pronto, la voz raspada de John invadió la habitación, aunque al principio me miraba con aversión, comenzó a olvidarme de que yo me encontraba ahí y pronto note como se sonreía con los demás y realmente disfrutaba aquello que estaba haciendo. Eran muy buenos, tenían una magia que nunca antes había escuchado... No podía creer que el mismo chico que me decía en su habitación que quería ser Elvis y apenas podía tocar algunos acordes con el Banjo, estaba ahora frente a mi con aquella buena banda. Era el lider, de eso no tenía dudas. Su voz era espectacular, algo en ella me cautivaba por mas molesta que me encontrara. Disfruté cada segundo de aquella canción, la manera en que sonreía y brillaban sus ojos.
De un pronto a otro, sus ojos volvieron a fijarse en los míos y mientras cantaba su mirada me decía mil palabras, palabras llenas de dolor. Nuevamente fruncía su ceño sin despegar sus ojos de los mios y sin dejar de cantar.
-...And let me know that you're mine...
-Let me know you’re mine. -Corearon Paul y George y los tres sacudieron por última vez la cabeza mientras sonreían bromeando al cantar juntos ''wuuu''. Los músculos de mi cara se tensaron, obligándome a sonreír.
-Well, shake it, shake it, shake it, baby, now... -Cantaba John, nuevamente mirándome de aquella manera. -Well, shake it, shake it, shake it, baby, now... -Cada vez su voz sonaba mas raspada, cada vez gritaba mas y cada vez fruncía mas su ceño mirándome de una manera mas profunda- Well, shake it, shake it, shake it, baby, now... -Los otros dos corearon por última vez, mientras Lennon desviaba su mirada hacia el suelo y cantaba una última nota, para dar inicio a otras dos, un último grito propio de Rock n' Roll y al fin terminó la canción.
-Muy bien, John... -Le felicitó Brian, el lo miró distraídamente y después a mi, manteniendo la mirada por unos segundos y después se dirigió a su banda.
El resto del ensayo transcurrió de la misma manera. Al final todos se ofrecieron para ir a dejarme, lo que me sorprendió un poco, pero John fue a una esquina a guardar su guitarra y tocar distraídamente un pequeño teclado. Para mi desgracia mi Cello estaba junto a el y debía ir a sacar las llaves de mi departamento que se encontraba en una de las pequeñas bolsitas del estuche. Me puse en pie decidida y abrí la bolsa, dejando que se cayera algo junto al zapato de John, haciendo un sonido metálico. El lo miró un segundo y después me miró a mi, transmitiéndome algo inexplicable. Miré lo que se había salido... Era una delicada cadena con un pequeño dije con forma de corazón, me sobresalto, no quería que el supiera que lo había guardado por todo aquel tiempo. John se agachó un poco como si fuera a tomarlo, pero yo rápida y bruscamente lo agarré entre mis dedos sin mirarlo a el y lo metí en la bolsa de mi gabardina. Saqué la llave de mi departamento, me despedí de todos menos de el y salí del lugar en taxi, rumbo al hotel. Intentando olvidar todo lo que había pasado ese día o al menos intentando no pensar en ello, y rogando para no volverlo a ver con mucha frecuencia.
El señor Martin había ido a abrirle la puerta. Venía riendo con el, quien al parecer no había notado mi presencia.
-¿Ya te vas? -Me preguntó George, pero yo no fui capaz de contestarle. Solo podía mirarlo a El. Que estaba colgando su abrigo y me daba la espalda.
-Yo... -Pero no pude decir mas, mi voz se quebró. Respiré profundo, debía ser fuerte. -Si, debo irme.
-Pero está lloviendo. Mejor espera a que yo te lleve, o quizás pueda llevarte en taxi. No puedes irte caminando bajo la lluvia con el Cello, Cammeron.
Entonces al fin John se volteó bruscamente, sentí como puso sus sobre mi. Pero yo no quería mirarlo, tenía miedo, pánico... Y todavía no podía explicar por qué.
-No.. No se preocupe, Señor Martin.
-Vamos, hija. No seas así. Después te puedes enfermar. Pronto te llevaré, confía en mi. -Dijo amablemente. -Así te quedas a ver el ensayo, ¿no John? Te están esperando allá. -Dijo esta vez dirigiéndose a el. Bajé mi mirada antes de toparme con la suya. Pero el no contesto - ¿John? -Preguntó preocupado el Señor Martin.
-¿Cammy? -Susurró después de unos segundos, con voz quebrada y dañada, como si hubiera tenido que reunir todas sus fuerzas para pronunciar mi sobre nombre. Un increíble torbellino de emociones comenzó a deshacer todo aquel orgullo, resentimiento y dolor que tenía por dentro, y me obligó a levantar la vista hasta encontrarme con aquellos ojos. Mi corazón latía con una fuerza increíble, no podía creer que después de tantos años estuviéramos de nuevo frente a frente. Sentía como su mirada me envolvía, no podía dejar de mirarlo ahora que me había atrevido a hacerlo. Era mucho mas hermoso de lo que lo recordaba, su cabello estaba diferente, ya no era aquel muchacho con el que jugaba, eso era obvio. Pero aun así, muy adentro de mi sentí como si fuéramos nuevamente dos chiquillos adolescentes enamorados y con grandes sueños.
-John, te esperaremos en la sala de ensayos. -Dijo suavemente Martin, como si comprendiera lo que estaba sucediendo. Ambos miramos a George cuando habló, como si nos hubiera sacado de una nube llena de recuerdos. El hombre se retiró, entrando a la sala y cerrando tras si. Entonces sus ojos volvieron a posarse sobre los míos y al fin sonrió un poco. Su cara reflejaba mil emociones, podía notar las mismas que yo había sentido por tantos años, las podía identificar, pero sobre ellas una alegría inmensa se desbordaba de sus rasgados ojos cafés.
-No lo puedo creer... -Dijo con un tono de voz apenas audible. -¿Que haces aquí? -Me preguntó después de un gran suspiro.
-Es una larga historia... -Respondí, mi voz sonaba cortante y fría, lo sabía. Pero no tenía la menor idea de como reaccionar. Tenía miedo-No pensé encontrarte aquí.. -Aclaré.
-Tengo que irme. -Dije, mas para mi misma que para el, bajando la mirada y pasando junto a el, lo mas rápido posible. Pero se puso frente a mi rápidamente cerrándome el paso. Resoplé, pero evitando mirarlo y me pase la mano por mi cabello.
-Te lo cortaste... -Comentó, pero no obtuvo respuesta de mi parte. -Te ves bien... Va mas con tu estilo.
-Quisiera decir lo mismo de ti. -Comenté sin pensar.
-¿Que quieres decir? -Reaccionó rápidamente, con su tono desafiante. Lo miré, siempre había odiado que quisiera intimidar a la gente... Si lo hacía antes, siendo un simple chico de clase obrera, lo haría mas ahora que lo tenía todo. Mantuve mi mirada fija y fría con la suya. El tenía el ceño levemente fruncido.
-Que ahora eres un niño rico. -Nuevamente dije eso sin procesarlo antes por mi cerebro. Estúpida Cammeron. Bueno... Era cierto después de todo.
-¿De que diablos hablas? No sabes nada de mi ahora, hace años no sabes nada de mi.
-¿Me culpas por el hecho de que hayamos perdido el contacto por todo este tiempo? -Le pregunté indignada.
-¿De quien mas es la culpa, Cammeron? -Cada vez alzaba mas la voz, y me miraba a los ojos con completo resentimiento, la alegría se había esfumado- ¡Dímelo! ¡Tu te fuiste!
Lo miré con todo el odio que me fue posible.
-Esa no fue mi decisión. Lo sabes. -Musité apenas. No podía creer que me estuviera culpando por aquello. -Tu prometiste que me buscarías, Lennon. Tu prometiste que me escribirías al menos, que harías algo para demostrarme que no me olvidarías... ¡Que no fui otra estúpida que se metió en tu vida! ¡No sabes como he pasado todos estos años! ¡Han sido un verdadero infierno! ¡No sabes lo que es extrañar a alguien de esta manera! -No me había dado cuenta de el momento en que había dicho todo aquello, era como si hubiera estado esperando para decírselo por todo aquel tiempo. El solo me miraba, era lo único que hacía, de una manera inexplicable.
-¿Y tu no podías escribirme? ¿No podías tu demostrarme que me extrañabas? -Lo miré de la misma manera que hacía unos segundos y el me devolvió la mirada de igual manera.
-¿John? Te estamos esperando. -Dijo una voz a mis espaldas, pero el ni volteó sus ojos al que le hablaba, siguió intentando traspasarme a mi y luchando por que yo no lo hiciera con mi mirada. -¿John?
-Cammeron. George dice que si puedes pasar un momento. -Dijo otra voz. Lo miré una vez mas y musité:
-Prometiste no olvidarme. -Di media vuelta y miré a Paul y a Ringo, ambos con cara de desconcertados y confundidos por la pequeña escena. Ignorando las caras dudosas de ambos, pasé a la sala y busqué con la mirada al Señor Martin.
-¡Cammeron! Te tengo una propuesta. Quiero comenzar a trabajar con un proyecto paralelo a este, algo un poco clásico. No se si te interesaría. Quizás podría escucharte y ambos decidiremos si tal vez puedas comenzar a grabar un disco. Tengo mucho tiempo queriendo trabajar con algo clásico y además con algún solista. Pero claro, solo si te interesa.
-Vaya... Yo... -Era una gran idea y oportunidad, de eso no había duda... Pero quizás así vería mucho a John y sabía cuanto me lastimaría. Maldije en mis adentros, un hombre no estropearía mi carrera profesional. -Me encantaría, George. ¿Cuando quisieras escucharme?
-¡Excelente! ¿Tienes algo que hacer mañana? Los estudios estarán abiertos todo el día.
-Mañana será. ¿Está bien a las dos de la tarde?
-A las dos es excelente. -Respondió sonriendo amablemente.
-Bien. Debo irme, fue un gusto conocerte. Nos vemos mañana.
-¿Ya dejó de llover? ¿Necesitas un taxi? O bueno... Si quieres, puedes dejar el Cello aquí en el estudio ya que vendrás mañana.
-Sería excelente. Gracias. -Dijo sonriendo y dirigiéndome a una esquina para dejarlo ahí
-¿No te quedarás a ver el ensayo, Cammeron? -Preguntó Paul desde el otro lado de la sala, lo miré. Estaba afinando el bajo mientras Lennon le daba una referencia con su guitarra. Justo cuando terminó de decirme aquello, John lo fulminó con la mirada, pero no me miró a mi en lo absoluto y siguió con lo suyo.
-No, gracias. No creo que sea apropiado, no quiero estorbar.
-Para nada. -Dijo el chico llamado George, parecía ser el mas joven y estaba sentado en otra esquina con la guitarra reposando sobre su pierna derecha. -Nunca tenemos invitados.
-Puedes quedarte, Cammeron... -Sonrió el Señor Martin. Miré a John. Realmente me apetecía escucharlos, quería ver que era lo que les hacía ser tan famosos y adorados por la nueva generación.
-¡Quédate! -Paul se había acercado a mi y me miraba. -Además ya es tarde, luego iremos a dejarte.
----
-¿Que tocamos primero?
-Necesito ensayar Twist and Shout, no quiero un fiasco con mi garganta en uno de los conciertos.
-Bien, Winston. -John me miró antes de comenzar con algo de arrogancia, yo me encontraba sentada del otro lado del vidrio, sostuve mi mirada sin que notara en mi timidez.
-1, 2, 3, 4... -Una pegajosa melodía comenzó a sonar. Y pronto, la voz raspada de John invadió la habitación, aunque al principio me miraba con aversión, comenzó a olvidarme de que yo me encontraba ahí y pronto note como se sonreía con los demás y realmente disfrutaba aquello que estaba haciendo. Eran muy buenos, tenían una magia que nunca antes había escuchado... No podía creer que el mismo chico que me decía en su habitación que quería ser Elvis y apenas podía tocar algunos acordes con el Banjo, estaba ahora frente a mi con aquella buena banda. Era el lider, de eso no tenía dudas. Su voz era espectacular, algo en ella me cautivaba por mas molesta que me encontrara. Disfruté cada segundo de aquella canción, la manera en que sonreía y brillaban sus ojos.
De un pronto a otro, sus ojos volvieron a fijarse en los míos y mientras cantaba su mirada me decía mil palabras, palabras llenas de dolor. Nuevamente fruncía su ceño sin despegar sus ojos de los mios y sin dejar de cantar.
-...And let me know that you're mine...
-Let me know you’re mine. -Corearon Paul y George y los tres sacudieron por última vez la cabeza mientras sonreían bromeando al cantar juntos ''wuuu''. Los músculos de mi cara se tensaron, obligándome a sonreír.
-Well, shake it, shake it, shake it, baby, now... -Cantaba John, nuevamente mirándome de aquella manera. -Well, shake it, shake it, shake it, baby, now... -Cada vez su voz sonaba mas raspada, cada vez gritaba mas y cada vez fruncía mas su ceño mirándome de una manera mas profunda- Well, shake it, shake it, shake it, baby, now... -Los otros dos corearon por última vez, mientras Lennon desviaba su mirada hacia el suelo y cantaba una última nota, para dar inicio a otras dos, un último grito propio de Rock n' Roll y al fin terminó la canción.
-Muy bien, John... -Le felicitó Brian, el lo miró distraídamente y después a mi, manteniendo la mirada por unos segundos y después se dirigió a su banda.
El resto del ensayo transcurrió de la misma manera. Al final todos se ofrecieron para ir a dejarme, lo que me sorprendió un poco, pero John fue a una esquina a guardar su guitarra y tocar distraídamente un pequeño teclado. Para mi desgracia mi Cello estaba junto a el y debía ir a sacar las llaves de mi departamento que se encontraba en una de las pequeñas bolsitas del estuche. Me puse en pie decidida y abrí la bolsa, dejando que se cayera algo junto al zapato de John, haciendo un sonido metálico. El lo miró un segundo y después me miró a mi, transmitiéndome algo inexplicable. Miré lo que se había salido... Era una delicada cadena con un pequeño dije con forma de corazón, me sobresalto, no quería que el supiera que lo había guardado por todo aquel tiempo. John se agachó un poco como si fuera a tomarlo, pero yo rápida y bruscamente lo agarré entre mis dedos sin mirarlo a el y lo metí en la bolsa de mi gabardina. Saqué la llave de mi departamento, me despedí de todos menos de el y salí del lugar en taxi, rumbo al hotel. Intentando olvidar todo lo que había pasado ese día o al menos intentando no pensar en ello, y rogando para no volverlo a ver con mucha frecuencia.
Pero había aceptado trabajar con Martin, aquello sería casi imposible...
No podía eliminar su rostro, ni su sonrisa de mi mente.
Cap. 20 ''You know me''
-¡¡Cammeron!! -Gritaron los dos jóvenes atrayendo la atención del resto de la gente en la cafetería, cuando la chica se desvaneció.
-Estoy bien... Estoy bien... -Repetía una y otra vez, mientras mucha gente, sobre ella le preguntaba si necesitaba agua, un dulce, lo que fuera. La recién desmayada estaba con el abundante cabello recogido y sentada contra la pared. Doreen, sentada junto a ella, la miraba preocupada. Frederic había ido por el Cello, la obligarían a regresar al hotel para que descansara. Le parecía patético que hicieran todo aquel alboroto solo por que se había descompuesto por un segundo.
-No es normal desmayarse así de la nada ¿sabes?
-Doreen, no fue nada. Estoy perfectamente bien -Decía entre dientes, fastidiada.
-No estás bien. Deberías revisarte, no es nor...
-Señorita Stuart... -Aquello no era posible para aquella muchacha, el director de la Academia ahora también se encontraba de pie, junto a otras tres personas de la cafetería. -Ya hemos llamado al hotel, pronto llegará un taxi que la llevará a su departamento para que descanse.
-Señor, realmente no creo que sea necesario. Yo me siento bien... -Dijo incorporándose para demostrarlo, pero sin duda había sido una mala idea, ya que tan pronto como se puso en pie, se tambaleó, y todos se lanzaron sobre ella -o al menos desde su perspectiva- para evitar que cayera nuevamente al suelo. -Estoy bien, fue un pequeño desmayo. -Dijo intentando sonreír. No creo que sea necesario que me tenga que retirar de la Academia...
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-Procura descansar, si no te sientes bien, ve al doctor...
-Estoy bien. Ya relájate. -Murmuró molesta desde adentro del taxi. Frederic y Doreen le hablaban desde afuera, ambos preocupados. ¡Vaya alboroto habían armado! Se sentía realmente avergonzada.
-¿Lista, Señorita? -Dijo el chofer.
-Si. -Respondió y volvió a mirar a sus amigos- Estaré bien, iré directo a la cama. -Dicho esto sonrió, y el taxi avanzó rápidamente. -Lléveme a cualquier tienda de discos, por favor.
-Pero señorita, me dijeron que... -Cuestionó el hombre, pero la chica lo interrumpió.
-Por favor. A cualquiera. -El hombre obedeció y la dejo justo en frente de una.
-Hola... El disco de... ¿Los Beatles? -Preguntó al entrar a la tienda, una mujer delgada y joven la atendió.
-Si claro. Un segundo. -Dicho esto, salió del mostrador y tomó uno de aquellos álbumes rojos de la ventanilla- Es el último que nos queda. Vaya que se venden rápido, están ganando mucha fama... Todas las chicas sueñan con conocer a al menos uno ¿no es así? -Bromeó, tratando a Cammeron como a una chiquilla loca y fanática de aquellos cuatro. Ella hizo una mueca, parecida a una sonrisa, justamente deseaba no conocer a uno de ellos. Maldijo por lo bajo mientras pagaba, igual se encontraba allí comprando uno. Quería confirmar si la razón por la que se había desmayado era cierta.
Al salir de la tienda, no miró si quiera la portada, lo introdujo en una bolsa y caminó hasta el parque mas cercano. Se sentó en una pequeña banca, respiró profundo y metió su mano en aquella bolsa cerrando los ojos. Lo puso al fin en sus regazos y lentamente buscó con la mirada aquel rostro...
-Mierda... -Murmuró. No había duda de que fuera el, estaba completamente segura. A menos de que en Londres existiera un clon exacto de aquel viejo amigo suyo, cosa que dudaba. -Mierda... -Volvió a repetir y tiró la cabeza hacia atrás, hasta quedar mirando las nubes. No sabía por qué le estaba afectando, por qué deseaba tanto jamás haber visto esa portada.
Le alegraba que El estuviera en una banda exitosa, no había duda. Pero quería estar al margen de eso, le hubiera encantado no saber mas de el nunca mas en su vida. Pero al mismo tiempo, muy en el fondo de su corazón, aunque no lo admitiera ni siquiera en sus pensamientos, Cammeron ansiaba, anhelaba y extrañaba aquellos días... Cammeron extrañaba a aquel muchacho de Liverpool, que no quería nombrar.
Los días pasaron, el disco se encontraba descansando en la mesa, sin que nadie lo tomara desde la semana anterior. Cammeron no quería ni tomarlo en sus manos, mucho menos escucharlo. La semana pasó con normalidad, pero sin poder sacar de su mente a aquel muchacho. Odiaba que le estuviera sucediendo aquello... Nuevamente llegó el fin de semana, cada vez aquel cuarteto tomaba mas fama, era de lo único que hablaban las chicas...
-... y yo estoy completamente segura de que si van a durar muchos años, porque no solo son apuestos, su música es muy bue...
-Doreen... -Interrumpió Cammeron a su amiga, iban caminando por los jardines de la Academia- Deja de hablar de esos cuatro idiotas ¿quieres? -Respiró profundo mientras miraba la cara de su amiga, que se había quedado congelada- Son solo un grupo mas. -Refunfuñó y puso los ojos en blanco, mientras encendía un cigarrillo. Entonces, antes de que pudiera dar otro paso, Doreen se paró frente a ella impidiendo que siguiera caminando.
-Dime que te sucede.
-¿Que me sucede? No me sucede nada... -Respondió como si aquella pregunta fuera algo ridículo. No quería que nadie se enterara.
-Estás demasiado distraída, Cammeron.
-No es cierto. Déjame pasar. -La contradijo fríamente mientras botaba el humo por la boca. Doreen la miraba a los ojos intentando descifrar el dilema interno que se notaba llevaba por dentro Cammeron, pero no lo lograba, era como si tuviera una barrera que la separaba de los demás.
-No me mires así, es incómodo. No estoy distraída. Solo descansa un poco a los estúpidos escarabajos.
-No te desquites con ellos. No tienen nada que ver, ellos no son el problema. Descubriré que te sucede, Cammeron. Ahora tengo que ir a clases.
-Si, ve... -Su amiga dudó unos segundos
-¿Estas bien? -Inquirió con ojos de preocupación.
-Estoy bien. -Respondió, intentando sonreír lo mejor que podía. Doreen se alejó después de responder con una sonrisa llena de preocupación, mientras Cammeron miraba como se alejaba.
Era viernes, ya había terminado sus clases. Se sentó bajo un árbol a terminar de fumarse el cigarro.
-Vas a envejecer mas rápido y te dará cáncer de pulmones. -Dijo una voz a sus espaldas, sobresaltándola.
-Si, claro... Tonterías. -Balbuceó, mientras Frederic se sentaba a su lado. -¿Quieres uno? -Le ofreció la caja de tabaco.
-No, gracias. Así que, ¿me dirás a mi que te sucede?
-No es posible que tu también sigas con eso, Fred... -Le dijo casi en un susurro sin mirarlo, con la vista perdida y el cigarro frente a su boca.
-No tienes por qué hacer como si no sintieras. -Estás palabras aturdieron la mente de Cammeron, que miró al muchacho con odio y espetó:
-No sabes nada de mi. No sabes lo que hago ni por qué. No me conoces, Frederic. -Botó su cigarrillo en el pasto, se puso en pie y se alejó de allí, ignorando las dos veces que su amigo la llamó para que se detuviera. Fue por su instrumento y muy decidida salió de la Academia, rumbo a su departamento, mientras caminaba, su mente divagaba... No podía dejar de pensar.
Pronto su brazo comenzó a cansarse por el peso del instrumento, y se percató de que había estado caminando sin rumbo. Había llegado a una calle rodeada por arbustos, pero bastante solitaria.
-Mierda, Cammeron. Mira donde te has metido... ¿Donde diablos estás? -Se decía a si misma en un susurro.
Camino por aquella calle, quizás la llevaría a alguna parte conocida. Un auto negro pasó junto a ella y se estacionó unos metros adelante. Un hombre joven salió de aquel auto, al parecer dispuesto a subir unas gradas que llevaban a una gran puerta.
-¡Señor! ¡Disculpe! -Gritó impulsivamente Cammeron, mientras caminaba lo mas rápido que podía, por el peso del Cello. El hombre volteó a mirar a la joven que se acercaba a ella y la espero con una amable sonrisa.
-¿Si? -Respondió.
-Disculpe, yo... -Comenzó balbuceando, con voz agitada- ¿Puede decirme como se llama aquí?
-Si, claro. Estamos en Abbey Road.
-¿Abbey Road? -Repitió aún agitada, entonces tuvo la necesidad de bajar el Cello y ponerlo en la acera, su brazo estaba caducando- ¿Que tan lejos estoy de el Hotel San Sebastian? -El hombre, quien la miraba entre entretenido y educado, se sorprendió y la miró esta vez preocupado.
-¡Valla, linda! Estás bastante lejos.
-¿En serio? -Susurró con angustia, sentía punzadas en la espalda, le dolía el brazo y sus pies no aguantarían mas, estaba segura. Y lo mejor era que había gastado el último dinero en cigarros, así que no podría irse en taxi. -Bueno... ¿Y por donde es? -No le quedaba mas que comenzar su viaje de regreso al hotel.
El hombre la miró con sus ojos celestes unos segundos dudoso.
-Mira... Sigue directo, allí encontrarás un cruce, seguí por la izquierda y llegarás a un parque. Cuando llegues ahí pregunta a alguien, creo que es mas sencillo explicar la dirección desde ese lugar.
-Muy bien. Gracias, señor. -Se despidió la muchacha algo acongojada, mientras no podía disimular una mueca de dolor al volver a levantar el Cello. Y comenzó a caminar en la dirección indicada.
-¿Eres cellista? -Preguntó el hombre cuando había dado unos tres pasos. Cammeron se volteó.
-Así es. -El hombre se acercó un poco.
-Escucha, creo que es mejor que descanses un poco, no creo que llegues hasta el Hotel, es un camino largo. Si quieres entrar a el estudio, te sientas y le diré a alguien que te vaya a dejar cerca del Hotel.
Cammeron miró a aquel hombre, parecía amable y no creía que tuviera malas intenciones y luego a la entrada, así que era un estudio. Pero luego recordó que no debía confiar en cualquier persona. No debía dejarse engañar por las apariencias.
-Sin compromisos, señorita. -Volvió a decir- Lo digo porque pareces cansada. -Cammeron lo miró sin decir palabra, entonces aquel hombre sonrío- Soy George Martin. -Dijo tendiéndole una mano, Cammeron la estrechó- Y esos son unos estudios de grabación.
La chica sonrió, algo en la mirada de aquel hombre le daba confianza.
-Soy Cammeron Stuart. Estaría muy agradecida si me deja descansar un momento antes de partir, Señor Martin. -El hombre dio una amable cabezada y la ayudo a subir las escaleras.
-Llámame George.
Al entrar se encontró con lo que efectivamente era un estudio de grabación. George le pidió que se sentara mientras le traía un vaso de agua y descansaba el Cello junto a ella.
-Muchas gracias. -Dijo cuando le trajo el agua.
-¿Estudias música clásica?
-Si, señor. Desde hace seis años.
-¡Vaya! Que bien... Yo también estudié música clásica. Ahora soy productor de un grupo en particular. -Entonces el timbre de la entrada se escuchó por todos los estudios. -Disculpa... Deben ser los muchachos de la banda. -Dijo Martin poniéndose en pie.
-Adelante. -Sonreí, me agradaba mucho. Era un hombre muy amable y había sido muy cortés en ayudarme. En algún lado había escuchado sobre esos Estudios de Abbey Road, pero no le di importancia.
-Paul, el hermoso de la banda... -Decía una voz con burla, mientras otros se reían. No pude evitar reconocer aquel acento.
-Si, si... Suficiente algarabía jóvenes. -Dijo otra voz joven, pero mucho mas refinada.
-Oh vamos, Brian... George nunca habla, cuando lo hace tu lo callas. -Otra voz se presentó, con el mismo acento. Fue entonces cuando entraron cuatro personas nuevas a la sala donde yo me encontraba. Tres muchachos, y otro no tan joven y muy bien vestido, venían junto con el Señor Martin. No podía ser... Eran aquellos idiotas de la portada, no podía ser... Debía salir de allí cuanto antes.
-Ella es Cammeron. -Me presentó amablemente el Señor Martin. -Cammeron, supongo que ya sabes quienes son ellos.
-Me temo que si... -Susurré.
-El es Brian, el Manager de la banda. El es Richard, Paul y George.
-Hola... -Saludó el mas alto y apuesto con un brillo en los ojos.
-Llámame Ringo... -Sonrío amablemente el mas bajito.
-Llámame George. -Dijo el último y quien mas acento de Liverpool tenía, yo solo sonreí. Mientras el resto soltaban una modesta carcajada. Estaba allí congelada. El que se llamaba Paul se sentó junto a mi, mientras me miraba directamente a los ojos, quizás quería intimidarme, pero yo, aunque me encontraba allí aterrorizada, no dejaría que nadie lo notara, no baje mi mirada en ningún momento, mostrándome algo desafiante.
-Yo te conozco... -Murmuró Paul con una sonrisa inocente después de unos segundos de ardua lucha de miradas.
Entonces me vino a la mente, un chico zurdo y algo regordete, pero bastante apuesto. Aquel joven tan talentoso, lo había olvidado por completo. Sentí una mezcla de emoción y miedo en mi interior, pero no pude evitar sonreír.
-¡Si! -Exclamó, como si me delatara mi sonrisa- ¡Claro que te conozco! ¿Como estás? ¡Han pasado años!
-Así es... -Respondí mas tranquila que el, pero igualmente emocionada por dentro, la melancolía me estaba invadiendo.
-¿Te fuiste de Liverpool no?
-Si, me fui de Inglaterra de hecho. Hace unos días regrese por cuestiones de estudio. -Explique, lo mas amable que me fue posible.
-Vaya, que gusto...
-¿De donde se conocen? -Preguntó Martin confundido. Los otros dos muchachos se encontraban mirándonos igual de confundidos desde el otro sofá. Y Brian miraba una agenda telefónica con estrés.
-Ella vivía el Liverpool. La conocí el mismo día que conocí a John. -Explicó Paul a George y a los otros muchachos, mientras un horrible peso caía en mi estómago al escuchar aquello.
-¡Vaya! ¡Que pequeño es el mundo! -Comentó el Señor Martin, sin darle mucha importancia.
-¿Tu eres Cammeron? -Preguntó George, el muchacho, con un serio semblante, que reflejaba un poco de sorpresa.
-Si imbécil. Es lo que dijeron desde que la vimos. -Murmuró Ringo sin mirarme a mi ni a su amigo.
-No, es que... John me ha hablado algo de ti. Jamás pensé que te conoceríamos al fin.
-¿Algo? -Bromeó Paul arqueando una ceja. Cada vez me sentía mas incómoda.
-Chicos, necesito que vayan a ensayar. -Interrumpió Brian.
-No podemos ensayar sin John... -Se encogió de hombros George.
-No importa, vayan a instalarse.
Los tres jóvenes obedecieron, mientras el timbre volvía a sonar. Todos salieron de la sala, dejándome allí sola. Debía irme ya. Tomé el Cello y me puse de pie, salí de la sala de estar aún con el corazón acelerado. Pero al salir al recibidor, mi corazón se paró por unos segundos y no pude seguir caminando.
-Estoy bien... Estoy bien... -Repetía una y otra vez, mientras mucha gente, sobre ella le preguntaba si necesitaba agua, un dulce, lo que fuera. La recién desmayada estaba con el abundante cabello recogido y sentada contra la pared. Doreen, sentada junto a ella, la miraba preocupada. Frederic había ido por el Cello, la obligarían a regresar al hotel para que descansara. Le parecía patético que hicieran todo aquel alboroto solo por que se había descompuesto por un segundo.
-No es normal desmayarse así de la nada ¿sabes?
-Doreen, no fue nada. Estoy perfectamente bien -Decía entre dientes, fastidiada.
-No estás bien. Deberías revisarte, no es nor...
-Señorita Stuart... -Aquello no era posible para aquella muchacha, el director de la Academia ahora también se encontraba de pie, junto a otras tres personas de la cafetería. -Ya hemos llamado al hotel, pronto llegará un taxi que la llevará a su departamento para que descanse.
-Señor, realmente no creo que sea necesario. Yo me siento bien... -Dijo incorporándose para demostrarlo, pero sin duda había sido una mala idea, ya que tan pronto como se puso en pie, se tambaleó, y todos se lanzaron sobre ella -o al menos desde su perspectiva- para evitar que cayera nuevamente al suelo. -Estoy bien, fue un pequeño desmayo. -Dijo intentando sonreír. No creo que sea necesario que me tenga que retirar de la Academia...
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-Procura descansar, si no te sientes bien, ve al doctor...
-Estoy bien. Ya relájate. -Murmuró molesta desde adentro del taxi. Frederic y Doreen le hablaban desde afuera, ambos preocupados. ¡Vaya alboroto habían armado! Se sentía realmente avergonzada.
-¿Lista, Señorita? -Dijo el chofer.
-Si. -Respondió y volvió a mirar a sus amigos- Estaré bien, iré directo a la cama. -Dicho esto sonrió, y el taxi avanzó rápidamente. -Lléveme a cualquier tienda de discos, por favor.
-Pero señorita, me dijeron que... -Cuestionó el hombre, pero la chica lo interrumpió.
-Por favor. A cualquiera. -El hombre obedeció y la dejo justo en frente de una.
-Hola... El disco de... ¿Los Beatles? -Preguntó al entrar a la tienda, una mujer delgada y joven la atendió.
-Si claro. Un segundo. -Dicho esto, salió del mostrador y tomó uno de aquellos álbumes rojos de la ventanilla- Es el último que nos queda. Vaya que se venden rápido, están ganando mucha fama... Todas las chicas sueñan con conocer a al menos uno ¿no es así? -Bromeó, tratando a Cammeron como a una chiquilla loca y fanática de aquellos cuatro. Ella hizo una mueca, parecida a una sonrisa, justamente deseaba no conocer a uno de ellos. Maldijo por lo bajo mientras pagaba, igual se encontraba allí comprando uno. Quería confirmar si la razón por la que se había desmayado era cierta.
Al salir de la tienda, no miró si quiera la portada, lo introdujo en una bolsa y caminó hasta el parque mas cercano. Se sentó en una pequeña banca, respiró profundo y metió su mano en aquella bolsa cerrando los ojos. Lo puso al fin en sus regazos y lentamente buscó con la mirada aquel rostro...
-Mierda... -Murmuró. No había duda de que fuera el, estaba completamente segura. A menos de que en Londres existiera un clon exacto de aquel viejo amigo suyo, cosa que dudaba. -Mierda... -Volvió a repetir y tiró la cabeza hacia atrás, hasta quedar mirando las nubes. No sabía por qué le estaba afectando, por qué deseaba tanto jamás haber visto esa portada.
Le alegraba que El estuviera en una banda exitosa, no había duda. Pero quería estar al margen de eso, le hubiera encantado no saber mas de el nunca mas en su vida. Pero al mismo tiempo, muy en el fondo de su corazón, aunque no lo admitiera ni siquiera en sus pensamientos, Cammeron ansiaba, anhelaba y extrañaba aquellos días... Cammeron extrañaba a aquel muchacho de Liverpool, que no quería nombrar.
Los días pasaron, el disco se encontraba descansando en la mesa, sin que nadie lo tomara desde la semana anterior. Cammeron no quería ni tomarlo en sus manos, mucho menos escucharlo. La semana pasó con normalidad, pero sin poder sacar de su mente a aquel muchacho. Odiaba que le estuviera sucediendo aquello... Nuevamente llegó el fin de semana, cada vez aquel cuarteto tomaba mas fama, era de lo único que hablaban las chicas...
-... y yo estoy completamente segura de que si van a durar muchos años, porque no solo son apuestos, su música es muy bue...
-Doreen... -Interrumpió Cammeron a su amiga, iban caminando por los jardines de la Academia- Deja de hablar de esos cuatro idiotas ¿quieres? -Respiró profundo mientras miraba la cara de su amiga, que se había quedado congelada- Son solo un grupo mas. -Refunfuñó y puso los ojos en blanco, mientras encendía un cigarrillo. Entonces, antes de que pudiera dar otro paso, Doreen se paró frente a ella impidiendo que siguiera caminando.
-Dime que te sucede.
-¿Que me sucede? No me sucede nada... -Respondió como si aquella pregunta fuera algo ridículo. No quería que nadie se enterara.
-Estás demasiado distraída, Cammeron.
-No es cierto. Déjame pasar. -La contradijo fríamente mientras botaba el humo por la boca. Doreen la miraba a los ojos intentando descifrar el dilema interno que se notaba llevaba por dentro Cammeron, pero no lo lograba, era como si tuviera una barrera que la separaba de los demás.
-No me mires así, es incómodo. No estoy distraída. Solo descansa un poco a los estúpidos escarabajos.
-No te desquites con ellos. No tienen nada que ver, ellos no son el problema. Descubriré que te sucede, Cammeron. Ahora tengo que ir a clases.
-Si, ve... -Su amiga dudó unos segundos
-¿Estas bien? -Inquirió con ojos de preocupación.
-Estoy bien. -Respondió, intentando sonreír lo mejor que podía. Doreen se alejó después de responder con una sonrisa llena de preocupación, mientras Cammeron miraba como se alejaba.
Era viernes, ya había terminado sus clases. Se sentó bajo un árbol a terminar de fumarse el cigarro.
-Vas a envejecer mas rápido y te dará cáncer de pulmones. -Dijo una voz a sus espaldas, sobresaltándola.
-Si, claro... Tonterías. -Balbuceó, mientras Frederic se sentaba a su lado. -¿Quieres uno? -Le ofreció la caja de tabaco.
-No, gracias. Así que, ¿me dirás a mi que te sucede?
-No es posible que tu también sigas con eso, Fred... -Le dijo casi en un susurro sin mirarlo, con la vista perdida y el cigarro frente a su boca.
-No tienes por qué hacer como si no sintieras. -Estás palabras aturdieron la mente de Cammeron, que miró al muchacho con odio y espetó:
-No sabes nada de mi. No sabes lo que hago ni por qué. No me conoces, Frederic. -Botó su cigarrillo en el pasto, se puso en pie y se alejó de allí, ignorando las dos veces que su amigo la llamó para que se detuviera. Fue por su instrumento y muy decidida salió de la Academia, rumbo a su departamento, mientras caminaba, su mente divagaba... No podía dejar de pensar.
Pronto su brazo comenzó a cansarse por el peso del instrumento, y se percató de que había estado caminando sin rumbo. Había llegado a una calle rodeada por arbustos, pero bastante solitaria.
-Mierda, Cammeron. Mira donde te has metido... ¿Donde diablos estás? -Se decía a si misma en un susurro.
Camino por aquella calle, quizás la llevaría a alguna parte conocida. Un auto negro pasó junto a ella y se estacionó unos metros adelante. Un hombre joven salió de aquel auto, al parecer dispuesto a subir unas gradas que llevaban a una gran puerta.
-¡Señor! ¡Disculpe! -Gritó impulsivamente Cammeron, mientras caminaba lo mas rápido que podía, por el peso del Cello. El hombre volteó a mirar a la joven que se acercaba a ella y la espero con una amable sonrisa.
-¿Si? -Respondió.
-Disculpe, yo... -Comenzó balbuceando, con voz agitada- ¿Puede decirme como se llama aquí?
-Si, claro. Estamos en Abbey Road.
-¿Abbey Road? -Repitió aún agitada, entonces tuvo la necesidad de bajar el Cello y ponerlo en la acera, su brazo estaba caducando- ¿Que tan lejos estoy de el Hotel San Sebastian? -El hombre, quien la miraba entre entretenido y educado, se sorprendió y la miró esta vez preocupado.
-¡Valla, linda! Estás bastante lejos.
-¿En serio? -Susurró con angustia, sentía punzadas en la espalda, le dolía el brazo y sus pies no aguantarían mas, estaba segura. Y lo mejor era que había gastado el último dinero en cigarros, así que no podría irse en taxi. -Bueno... ¿Y por donde es? -No le quedaba mas que comenzar su viaje de regreso al hotel.
El hombre la miró con sus ojos celestes unos segundos dudoso.
-Mira... Sigue directo, allí encontrarás un cruce, seguí por la izquierda y llegarás a un parque. Cuando llegues ahí pregunta a alguien, creo que es mas sencillo explicar la dirección desde ese lugar.
-Muy bien. Gracias, señor. -Se despidió la muchacha algo acongojada, mientras no podía disimular una mueca de dolor al volver a levantar el Cello. Y comenzó a caminar en la dirección indicada.
-¿Eres cellista? -Preguntó el hombre cuando había dado unos tres pasos. Cammeron se volteó.
-Así es. -El hombre se acercó un poco.
-Escucha, creo que es mejor que descanses un poco, no creo que llegues hasta el Hotel, es un camino largo. Si quieres entrar a el estudio, te sientas y le diré a alguien que te vaya a dejar cerca del Hotel.
Cammeron miró a aquel hombre, parecía amable y no creía que tuviera malas intenciones y luego a la entrada, así que era un estudio. Pero luego recordó que no debía confiar en cualquier persona. No debía dejarse engañar por las apariencias.
-Sin compromisos, señorita. -Volvió a decir- Lo digo porque pareces cansada. -Cammeron lo miró sin decir palabra, entonces aquel hombre sonrío- Soy George Martin. -Dijo tendiéndole una mano, Cammeron la estrechó- Y esos son unos estudios de grabación.
La chica sonrió, algo en la mirada de aquel hombre le daba confianza.
-Soy Cammeron Stuart. Estaría muy agradecida si me deja descansar un momento antes de partir, Señor Martin. -El hombre dio una amable cabezada y la ayudo a subir las escaleras.
-Llámame George.
Al entrar se encontró con lo que efectivamente era un estudio de grabación. George le pidió que se sentara mientras le traía un vaso de agua y descansaba el Cello junto a ella.
-Muchas gracias. -Dijo cuando le trajo el agua.
-¿Estudias música clásica?
-Si, señor. Desde hace seis años.
-¡Vaya! Que bien... Yo también estudié música clásica. Ahora soy productor de un grupo en particular. -Entonces el timbre de la entrada se escuchó por todos los estudios. -Disculpa... Deben ser los muchachos de la banda. -Dijo Martin poniéndose en pie.
-Adelante. -Sonreí, me agradaba mucho. Era un hombre muy amable y había sido muy cortés en ayudarme. En algún lado había escuchado sobre esos Estudios de Abbey Road, pero no le di importancia.
-Paul, el hermoso de la banda... -Decía una voz con burla, mientras otros se reían. No pude evitar reconocer aquel acento.
-Si, si... Suficiente algarabía jóvenes. -Dijo otra voz joven, pero mucho mas refinada.
-Oh vamos, Brian... George nunca habla, cuando lo hace tu lo callas. -Otra voz se presentó, con el mismo acento. Fue entonces cuando entraron cuatro personas nuevas a la sala donde yo me encontraba. Tres muchachos, y otro no tan joven y muy bien vestido, venían junto con el Señor Martin. No podía ser... Eran aquellos idiotas de la portada, no podía ser... Debía salir de allí cuanto antes.
-Ella es Cammeron. -Me presentó amablemente el Señor Martin. -Cammeron, supongo que ya sabes quienes son ellos.
-Me temo que si... -Susurré.
-El es Brian, el Manager de la banda. El es Richard, Paul y George.
-Hola... -Saludó el mas alto y apuesto con un brillo en los ojos.
-Llámame Ringo... -Sonrío amablemente el mas bajito.
-Llámame George. -Dijo el último y quien mas acento de Liverpool tenía, yo solo sonreí. Mientras el resto soltaban una modesta carcajada. Estaba allí congelada. El que se llamaba Paul se sentó junto a mi, mientras me miraba directamente a los ojos, quizás quería intimidarme, pero yo, aunque me encontraba allí aterrorizada, no dejaría que nadie lo notara, no baje mi mirada en ningún momento, mostrándome algo desafiante.
-Yo te conozco... -Murmuró Paul con una sonrisa inocente después de unos segundos de ardua lucha de miradas.
Entonces me vino a la mente, un chico zurdo y algo regordete, pero bastante apuesto. Aquel joven tan talentoso, lo había olvidado por completo. Sentí una mezcla de emoción y miedo en mi interior, pero no pude evitar sonreír.
-¡Si! -Exclamó, como si me delatara mi sonrisa- ¡Claro que te conozco! ¿Como estás? ¡Han pasado años!
-Así es... -Respondí mas tranquila que el, pero igualmente emocionada por dentro, la melancolía me estaba invadiendo.
-¿Te fuiste de Liverpool no?
-Si, me fui de Inglaterra de hecho. Hace unos días regrese por cuestiones de estudio. -Explique, lo mas amable que me fue posible.
-Vaya, que gusto...
-¿De donde se conocen? -Preguntó Martin confundido. Los otros dos muchachos se encontraban mirándonos igual de confundidos desde el otro sofá. Y Brian miraba una agenda telefónica con estrés.
-Ella vivía el Liverpool. La conocí el mismo día que conocí a John. -Explicó Paul a George y a los otros muchachos, mientras un horrible peso caía en mi estómago al escuchar aquello.
-¡Vaya! ¡Que pequeño es el mundo! -Comentó el Señor Martin, sin darle mucha importancia.
-¿Tu eres Cammeron? -Preguntó George, el muchacho, con un serio semblante, que reflejaba un poco de sorpresa.
-Si imbécil. Es lo que dijeron desde que la vimos. -Murmuró Ringo sin mirarme a mi ni a su amigo.
-No, es que... John me ha hablado algo de ti. Jamás pensé que te conoceríamos al fin.
-¿Algo? -Bromeó Paul arqueando una ceja. Cada vez me sentía mas incómoda.
-Chicos, necesito que vayan a ensayar. -Interrumpió Brian.
-No podemos ensayar sin John... -Se encogió de hombros George.
-No importa, vayan a instalarse.
Los tres jóvenes obedecieron, mientras el timbre volvía a sonar. Todos salieron de la sala, dejándome allí sola. Debía irme ya. Tomé el Cello y me puse de pie, salí de la sala de estar aún con el corazón acelerado. Pero al salir al recibidor, mi corazón se paró por unos segundos y no pude seguir caminando.
miércoles, 11 de julio de 2012
Cap. 19 ''Please please me''
-Bien... Vamos al compás 78. -Decía el Director de la Orquesta- Señorita Stuart... Su Solo, por favor. Usted entra.
Cammeron cerró los ojos un segundo y se concentró, los dedos le temblaban. Se encontraba frente a la Orquesta Sinfónica mas famosa de Inglaterra, y ella era el primer atril en la fila de Violoncellos.
''Tu puedes'' Pensó, colocó el arco sobre la cuerda D, despacio los los dedos sobre la misma, respiró profundo... Y comenzó con aquel hermoso y romántico solo. El director la miraba muy concentrado a los ojos, y ella a el, al igual que a su partitura, sentía los ojos de cada uno de los integrantes de la Orquesta sobre ella. Pronto el Clarinete se unió a la melodía, seguido del resto de la sección de cuerdas, hasta que el Maestro tuvo que dirigir a toda la Orquesta con su batuta. La obra llegó a su fin, Cammy sonrió orgullosa cuando el director dejó sus batuta suspendida en un punto fijo frente a el, anunciando silencio, sabía que su solo había sobresalido. Miró a la chica que tenía a su derecha, quien le sonrió casi con admiración.
-Bien... -Dijo la voz fría- Esto es todo por hoy, señores. Gracias. Próximo Miércoles a las 3:00pm, sin falta por favor y puntuales.
Todos los músicos comenzaron a guardar sus instrumentos en sus respectivos estuches, mientras el Maestro ordenaba sus partituras en su bolso. Pronto comenzaron todos a bajar del escenario.
-Buen trabajo, Stuart. -Dijo alguien cuando estaba a punto de bajar las gradas del escenario- Es un honor tenerla con nosotros. Usted es un gran talento -Cammeron se volteó sonriente y miró al hombre alto de lentes de media luna.
-El honor es mio, Maestro Strafford. -El Director, ya entrado en edad, dibujo una leve pero amable sonrisa en su rostro y siguió hablando con uno de los jóvenes de Tramoya.
..............
-¡Te gusta, mujer! -Insistió Doreen, era la muchacha que se sentaba junto a ella en la Orquesta, desde aquel primer ensayo se habían llevado muy bien, y además estudiaba en la Academia de Música también.
-No me gusta... -Repitió Cammeron con indiferencia por décima vez, mientras se metía una papa frita a la boca. -Solo... Fue la primer persona que conocí cuando entre acá y.. No lo se.. es... ¿Mi amigo? Bueno, nos llevamos bien, como sea... Pero solo eso.
-Si, claro... Es bastante atractivo.
-Deberías hablarle, Doreen... A ti te gusta.
-Sos una perra. Eso no es cierto y los sabés-Respondió la muchacha.
-Lo se. -Sonrió satisfecha.
-¡Hola jóvenes! -Frederic se había sentado junto a ella. Doreen se limitó a mirarla picaramente, a lo que Cammeron solo respondió con una tremenda mirada de odio.
-¿Todo bien, Fred? -Saludó Doreen.
-Excelente. -Respondió distraído, mientras se comía las papas de Cammy, que evitaba el contacto visual con el muchacho que tenía a la par- Oigan.. ¿No quieren ir al cine hoy? Yo invito...
-No creo que... -Respondió Cammeron, pero Doreen la interrumpió.
-Vayan ustedes.. Yo tengo tarea.
-¿Que dices, Cammeron? -Preguntó Frederic con ansia iluminando sus ojos. Pero la chica solo miraba a su amiga, que sonreía complacida.
-Esta bien.. -Respondió- Yo.. Debo ir... Tengo que estudiar Cello. -Dicho esto, se puso en pie y se dirigió a la sala de ensayos, ignorando ambas miradas en su espalda.
.....
-¿Lista? -La interrumpió una voz en medio del silencio, la verdad es que no estaba estudiando, solo se encontraba sentada, con su instrumento entre las piernas y divagando con su mente.
-¿Que? -Reaccionó desubicada. Frederic asomaba su cabeza por la puerta- Ah.. Claro. Espera y guardo el Cello.
Cuando terminó, salieron ambos de la Academia, rumbo al cine. La verdad es que la chica no se sentía nada cómoda, hacía muchos años que no salía con un chico... Frederic le agradaba mucho, le caía muy bien... Pero eso no la hacía sentirse totalmente adaptada a la situación.
-La verdad nunca he ido al cine con un enorme de estos... -Dijo refiriéndose al Cello, mientras lo señalaba como si fuera algo extraño. Cammeron sonrió.
-Si bueno.. Yo tampoco lo he llevado nunca. -Bromeó, pero sin sonreír mucho, como era lo normal para ella. Siguió caminando con la vista al frente, incomodada por una dudosa mirada que le estaba regalando Frederic.
-¿Por qué eres tan seria, Cammy? -Le preguntó aquel chico, después de un rato de silencio, ella lo miró.
-Hace mucho no me dicen Cammy... -Aquello lo había dicho sin pensarlo, fue mas un susurro que otra cosa.
-¿Te molesta?
-No... En lo absoluto... Solo... Me trajo algunos recuerdos.
-¿Recuerdos? -Inquirió Frederic interesado.
-Si.. Olvídalo. -Respondió Cammeron cortante evitando el tema.
-Bien... -Acepto el muchacho, sin perder el interés, pero sabiendo que era mejor no volver a mencionar aquello...
Para Cammeron, la película no estuvo mal... La entretuvo bastante, mas de lo que creyó al inicio.
-¿Te gustó?
-Si.. Estuvo interesante.
-De verdad me hubieras dejado pagar tu entrada. Desde un inicio dije que invitaba. -Bromeó empujando a la muchacha levemente con el hombro. Cammeron sonrió.
-Gracias, Frederic... De verdad. Pero ya en serio.. No me gusta el rol que tiene el hombre en la sociedad, donde invita todo, tiene la iniciativa de todo... -Miró con indiferencia a la gente que caminaba por la acera, al igual que ellos. -Como si la mujer no pudiera.
Frederic meditó unos segundos y sonrió.
-Me gusta la forma en que hablas. -Comentó mirándola con algo de coqueteo en los ojos. Y Cammeron, sin saber por que... Le devolvió la sonrisa y la mirada de igual forma.
-Fue una buena noche, Frederic... Gracias, de verdad. -Decía la muchacha en la entrada del hotel.
-Lo mismo digo... Pero no lo agradezcas. Te veo mañana. Buenas noches.
-Adiós. -Murmuró la muchacha, para mirarlo nuevamente con coqueteo, pero de una manera casi imperceptible. Volvió nuevamente su cara seria, dio media vuelta y entró al hotel, con el corazón un poco acelerado, pero sin que nadie pudiera notarlo.
Frederic se quedó en la entrada del hotel mientras veía como la muchacha desaparecía por las escaleras, le gustaba mucho, de eso no había duda.
Las semanas pasaron con tranquilidad, con miradas pícaras y coquetas, con regaños por parte de profesores, con horas de tedioso estudio, y buenos resultados que venían adjuntos a felicitaciones.
-...Y por lo visto, eres la mejor cellista que ha pasado por la Academia en los últimos años... ¡Pam! ¡Ahora te callas!
-Frederic... Eres un idiota. -Fue lo único que respondió Cammeron, para terminar con la discusión donde debatían que tan ciertos eran aquellos rumores sobre su habilidad.
-Si, si... Cuanto amor se respira. -Doreen, se había sentado junto a ellos -¡Miren lo que acabo de conseguir! -Sonrío con ilusión mientras sostenía lo que parecía ser un disco entre sus manos.
-¿Tu también andas detrás de esos? -Dijo casi con desprecio Frederic mientras los miraba.
-¿Que tienes contra ellos, Frederic? Di una sola palabra en su contra y te ganaras mi completo desprecio de por vida.
-No tengo nada contra ellos... Es solo que ya me tienen harto. Es de lo único que hablan las chicas y lo único que se ve por todo lado.
-¿Quienes son? -Preguntó Cammeron, quien había estado perdida en toda la conversación. En la portada se veían cuatro jóvenes con extraños peinados.
-Sus peinados son patéticos y...
-Gracias por ese agradable comentario, Frederic -Lo interrumpió Doreen, con una falsa sonrisa- Ellos, mi querida Cammeron... Son Los Beatles.
-¿Beatles? ¿Son ellos de los que tanto hablan? -Preguntó extrañada por aquel original nombre, era gracioso... Sin duda. Extendió la mano y Doreen le puso en ella el disco. Cuatro muchachos se encontraban mirando desde lo que parecían ser escaleras, con miradas alegres y pícaras. Se veían sumamente comunes, normales... No tenían nada de aquellas caras de los típicos muchachos que se hacen famosos, nada como Elvis. Los miró uno por uno: Uno tenía una gran nariz, junto a el lucía un chico algo atractivo, pero con una cara sumamente inocente y ''bebe'' para su gusto, todos aquellos rasgos se le hacían muy conocidos, pero lo ignoró, otro muchacho, con el mismo peinado que los anteriores, sonreía ampliamente dejando ver dos grandes colmillos, además de un par de tupidas cejas. Si, eran chicos normales y corrientes, quien sabe que tan largo llegarían. Pero fue entonces cuando miró al último y su corazón se detuvo... No, no podía ser.
Era imposible...
Su mundo desapareció...
-...Hasta ahora han logrado mucha fama.. Ya veremos dentro de un año... Son solo mas de lo mismo. -Decía Frederic a lo lejos, seguían discutiendo, o eso le parecía a Cammeron, que sostenía con manos temblorosas aquella portada sin que sus ojos pudieran despegarse de aquel rostro.
-Frederic.. Cállate. ¿Cammeron? ¿Estas bien? ¡¿Cammeron?!
La chica bajó rápidamente el disco de sus manos golpeando la mesa con fuerza. Se había mareado y su corazón palpitaba con fuerza. No podía ser posible.
-No... No p... Me tengo que ir. -Dijo poniéndose en pie.
-¡¡Cammeron!! -Gritaron los dos jóvenes atrayendo la atención del resto de la gente en la cafetería, cuando la chica se desvaneció.
Cammeron cerró los ojos un segundo y se concentró, los dedos le temblaban. Se encontraba frente a la Orquesta Sinfónica mas famosa de Inglaterra, y ella era el primer atril en la fila de Violoncellos.
''Tu puedes'' Pensó, colocó el arco sobre la cuerda D, despacio los los dedos sobre la misma, respiró profundo... Y comenzó con aquel hermoso y romántico solo. El director la miraba muy concentrado a los ojos, y ella a el, al igual que a su partitura, sentía los ojos de cada uno de los integrantes de la Orquesta sobre ella. Pronto el Clarinete se unió a la melodía, seguido del resto de la sección de cuerdas, hasta que el Maestro tuvo que dirigir a toda la Orquesta con su batuta. La obra llegó a su fin, Cammy sonrió orgullosa cuando el director dejó sus batuta suspendida en un punto fijo frente a el, anunciando silencio, sabía que su solo había sobresalido. Miró a la chica que tenía a su derecha, quien le sonrió casi con admiración.
-Bien... -Dijo la voz fría- Esto es todo por hoy, señores. Gracias. Próximo Miércoles a las 3:00pm, sin falta por favor y puntuales.
Todos los músicos comenzaron a guardar sus instrumentos en sus respectivos estuches, mientras el Maestro ordenaba sus partituras en su bolso. Pronto comenzaron todos a bajar del escenario.
-Buen trabajo, Stuart. -Dijo alguien cuando estaba a punto de bajar las gradas del escenario- Es un honor tenerla con nosotros. Usted es un gran talento -Cammeron se volteó sonriente y miró al hombre alto de lentes de media luna.
-El honor es mio, Maestro Strafford. -El Director, ya entrado en edad, dibujo una leve pero amable sonrisa en su rostro y siguió hablando con uno de los jóvenes de Tramoya.
..............
-¡Te gusta, mujer! -Insistió Doreen, era la muchacha que se sentaba junto a ella en la Orquesta, desde aquel primer ensayo se habían llevado muy bien, y además estudiaba en la Academia de Música también.
-No me gusta... -Repitió Cammeron con indiferencia por décima vez, mientras se metía una papa frita a la boca. -Solo... Fue la primer persona que conocí cuando entre acá y.. No lo se.. es... ¿Mi amigo? Bueno, nos llevamos bien, como sea... Pero solo eso.
-Si, claro... Es bastante atractivo.
-Deberías hablarle, Doreen... A ti te gusta.
-Sos una perra. Eso no es cierto y los sabés-Respondió la muchacha.
-Lo se. -Sonrió satisfecha.
-¡Hola jóvenes! -Frederic se había sentado junto a ella. Doreen se limitó a mirarla picaramente, a lo que Cammeron solo respondió con una tremenda mirada de odio.
-¿Todo bien, Fred? -Saludó Doreen.
-Excelente. -Respondió distraído, mientras se comía las papas de Cammy, que evitaba el contacto visual con el muchacho que tenía a la par- Oigan.. ¿No quieren ir al cine hoy? Yo invito...
-No creo que... -Respondió Cammeron, pero Doreen la interrumpió.
-Vayan ustedes.. Yo tengo tarea.
-¿Que dices, Cammeron? -Preguntó Frederic con ansia iluminando sus ojos. Pero la chica solo miraba a su amiga, que sonreía complacida.
-Esta bien.. -Respondió- Yo.. Debo ir... Tengo que estudiar Cello. -Dicho esto, se puso en pie y se dirigió a la sala de ensayos, ignorando ambas miradas en su espalda.
.....
-¿Lista? -La interrumpió una voz en medio del silencio, la verdad es que no estaba estudiando, solo se encontraba sentada, con su instrumento entre las piernas y divagando con su mente.
-¿Que? -Reaccionó desubicada. Frederic asomaba su cabeza por la puerta- Ah.. Claro. Espera y guardo el Cello.
Cuando terminó, salieron ambos de la Academia, rumbo al cine. La verdad es que la chica no se sentía nada cómoda, hacía muchos años que no salía con un chico... Frederic le agradaba mucho, le caía muy bien... Pero eso no la hacía sentirse totalmente adaptada a la situación.
-La verdad nunca he ido al cine con un enorme de estos... -Dijo refiriéndose al Cello, mientras lo señalaba como si fuera algo extraño. Cammeron sonrió.
-Si bueno.. Yo tampoco lo he llevado nunca. -Bromeó, pero sin sonreír mucho, como era lo normal para ella. Siguió caminando con la vista al frente, incomodada por una dudosa mirada que le estaba regalando Frederic.
-¿Por qué eres tan seria, Cammy? -Le preguntó aquel chico, después de un rato de silencio, ella lo miró.
-Hace mucho no me dicen Cammy... -Aquello lo había dicho sin pensarlo, fue mas un susurro que otra cosa.
-¿Te molesta?
-No... En lo absoluto... Solo... Me trajo algunos recuerdos.
-¿Recuerdos? -Inquirió Frederic interesado.
-Si.. Olvídalo. -Respondió Cammeron cortante evitando el tema.
-Bien... -Acepto el muchacho, sin perder el interés, pero sabiendo que era mejor no volver a mencionar aquello...
Para Cammeron, la película no estuvo mal... La entretuvo bastante, mas de lo que creyó al inicio.
-¿Te gustó?
-Si.. Estuvo interesante.
-De verdad me hubieras dejado pagar tu entrada. Desde un inicio dije que invitaba. -Bromeó empujando a la muchacha levemente con el hombro. Cammeron sonrió.
-Gracias, Frederic... De verdad. Pero ya en serio.. No me gusta el rol que tiene el hombre en la sociedad, donde invita todo, tiene la iniciativa de todo... -Miró con indiferencia a la gente que caminaba por la acera, al igual que ellos. -Como si la mujer no pudiera.
Frederic meditó unos segundos y sonrió.
-Me gusta la forma en que hablas. -Comentó mirándola con algo de coqueteo en los ojos. Y Cammeron, sin saber por que... Le devolvió la sonrisa y la mirada de igual forma.
-Fue una buena noche, Frederic... Gracias, de verdad. -Decía la muchacha en la entrada del hotel.
-Lo mismo digo... Pero no lo agradezcas. Te veo mañana. Buenas noches.
-Adiós. -Murmuró la muchacha, para mirarlo nuevamente con coqueteo, pero de una manera casi imperceptible. Volvió nuevamente su cara seria, dio media vuelta y entró al hotel, con el corazón un poco acelerado, pero sin que nadie pudiera notarlo.
Frederic se quedó en la entrada del hotel mientras veía como la muchacha desaparecía por las escaleras, le gustaba mucho, de eso no había duda.
Las semanas pasaron con tranquilidad, con miradas pícaras y coquetas, con regaños por parte de profesores, con horas de tedioso estudio, y buenos resultados que venían adjuntos a felicitaciones.
-...Y por lo visto, eres la mejor cellista que ha pasado por la Academia en los últimos años... ¡Pam! ¡Ahora te callas!
-Frederic... Eres un idiota. -Fue lo único que respondió Cammeron, para terminar con la discusión donde debatían que tan ciertos eran aquellos rumores sobre su habilidad.
-Si, si... Cuanto amor se respira. -Doreen, se había sentado junto a ellos -¡Miren lo que acabo de conseguir! -Sonrío con ilusión mientras sostenía lo que parecía ser un disco entre sus manos.
-¿Tu también andas detrás de esos? -Dijo casi con desprecio Frederic mientras los miraba.
-¿Que tienes contra ellos, Frederic? Di una sola palabra en su contra y te ganaras mi completo desprecio de por vida.
-No tengo nada contra ellos... Es solo que ya me tienen harto. Es de lo único que hablan las chicas y lo único que se ve por todo lado.
-¿Quienes son? -Preguntó Cammeron, quien había estado perdida en toda la conversación. En la portada se veían cuatro jóvenes con extraños peinados.
-Sus peinados son patéticos y...
-Gracias por ese agradable comentario, Frederic -Lo interrumpió Doreen, con una falsa sonrisa- Ellos, mi querida Cammeron... Son Los Beatles.
-¿Beatles? ¿Son ellos de los que tanto hablan? -Preguntó extrañada por aquel original nombre, era gracioso... Sin duda. Extendió la mano y Doreen le puso en ella el disco. Cuatro muchachos se encontraban mirando desde lo que parecían ser escaleras, con miradas alegres y pícaras. Se veían sumamente comunes, normales... No tenían nada de aquellas caras de los típicos muchachos que se hacen famosos, nada como Elvis. Los miró uno por uno: Uno tenía una gran nariz, junto a el lucía un chico algo atractivo, pero con una cara sumamente inocente y ''bebe'' para su gusto, todos aquellos rasgos se le hacían muy conocidos, pero lo ignoró, otro muchacho, con el mismo peinado que los anteriores, sonreía ampliamente dejando ver dos grandes colmillos, además de un par de tupidas cejas. Si, eran chicos normales y corrientes, quien sabe que tan largo llegarían. Pero fue entonces cuando miró al último y su corazón se detuvo... No, no podía ser.
Era imposible...
Su mundo desapareció...
-...Hasta ahora han logrado mucha fama.. Ya veremos dentro de un año... Son solo mas de lo mismo. -Decía Frederic a lo lejos, seguían discutiendo, o eso le parecía a Cammeron, que sostenía con manos temblorosas aquella portada sin que sus ojos pudieran despegarse de aquel rostro.
-Frederic.. Cállate. ¿Cammeron? ¿Estas bien? ¡¿Cammeron?!
La chica bajó rápidamente el disco de sus manos golpeando la mesa con fuerza. Se había mareado y su corazón palpitaba con fuerza. No podía ser posible.
-No... No p... Me tengo que ir. -Dijo poniéndose en pie.
-¡¡Cammeron!! -Gritaron los dos jóvenes atrayendo la atención del resto de la gente en la cafetería, cuando la chica se desvaneció.
sábado, 7 de julio de 2012
Cap. 18 ''Welcome''
Además de esto, iría a Londres... Una vez mas.
Cammeron despertó muy de mañana al siguiente día, tendría clases temprano, aunque el director le había dicho que se podría tomar el día libre, y quería despedirse de su única amiga.
Organizó sus pocas cosas en unas cuantas maletas, se sentó frente al teléfono, miró la hora y suspiró. Bastaron dos timbrazos para que la tía Clarence contestara al teléfono, aunque eran apenas las 5:30 de la mañana, aquella mujer ya entrada en edad, despertaba todos los días a las cinco, para prepararle el desayuno a su marido, lo que le parecía a Cammeron, sumamente machista y patético. Nunca coincidiría con su tía, eso lo tenía claro. Pero en aquel momento, debía llamarla, era su única familia, y se iría, no sabía por cuanto tiempo de lo que había sido su hogar por muchos años, viendo a aquella mujer con frecuencia.
-¿Diga? -Contestó aquella voz fría.
-¿Tía Clarence? -Preguntó algo cohibida.
-¿Que sucede?
-Yo... Bueno... -Buscó las mejores palabras para decírselo, sabía que aquello causaría algo de problema por la recién muerte de su madre y hermana. -Me mudo a Londres, mi vuelo saldrá hoy. -Un incómodo y escalofriante silencio se hizo entre aquellos dos antiguos telefonos.
-Esto es por tu madre ¿no?
-No.. Yo...
-No vas a huir de tu realidad, chica. No te lo voy a permitir.
-¡No voy a huir! ¡Se cual es mi realidad! -Suspiró- Conseguí una beca.
-Bien. -Respondió la mujer, cortante- Suerte. -Dicho esto, colgó el teléfono. Dejando a la joven mas que indispuesta.
¡Vaya! Esta bien que nunca habían tenido la mejor relación que digamos... ¡Pero era su único familiar cercano en ese momento! Incluso ella, Cammeron, reconocía que su frialdad sobrepasaba muchas veces los límites... Pero lo de su tía era algo de otro mundo, era como si le tuviera aversión.
Una vez mas se confirmaba su teoría de que NUNCA debía confiar en nadie. Todas las personas la decepcionarían, solo debía confiar en si misma para salir a delante. No habían excepciones, y cada vez era mas tajante con ella misma, ya que, cada vez se enteraba mas de lo cierta que era su teoría.
...........
-¿Que diablos está haciendo aquí, Stuart? -Fue lo primero que dijo el director al verla- ¡Su vuelo sale en unas horas!
-Ya se -Contestó sin mirarlo, se encontraban en el auditorio general, el cual estaba desocupado, así que aprovechó para sacar su Cello y tocar un rato, antes de partir- Pero quiero tocar.
-¿No podía hacerlo en su casa? -Cammeron lo miró por fin a los ojos, sin dejarse intimidar.
-Vaya, Señor Erbey... -Las pausas hacían que su voz resonara en el auditorio, mientras Erbey la miraba desde la entrada del lugar- Si tanto le molesta mi presencia... ¿Que hace en el auditorio conmigo? Yo estaba aquí instalada antes de que usted entrara.
El hombre que tantas veces la había tenido que retener en dirección por problemas con profesores u otros alumnos, la fulminó con la mirada, como tantas otras veces, sin causar reacción alguna en la chica, que ya se encontraba sentada en el escenario con su Cello entre ambas rodillas, mirando a su Director con tranquilidad, como si esperara a que el saliera, antes de poder tocar. El hombre, molesto, dio media vuelta y cerro las dos grandes puertas de madera tras si, dejando a la chica, sola, junto con lo único que nunca la decepcionaría... Dejándola con el amor de su vida, lo que podía llenar aquel vacío que siempre la acompañaba, llenarlo de felicidad, amor, pasión y tranquilidad, y quien sabe cuantos sentimientos mas, a los que aún no se les había dado nombre, todo eso con la melodía de cada cuerda, con la ternura del arco sobre ellas... Cada vibración se filtraba en su piel, se colaba entre cada tejido y la llenaba completamente...
Respiró profundamente antes de salir del avión. Caminó sin distraerse por el Aeropuerto, con la maleta a un lado y el Cello en la otra mano. Tomó un taxi, dándole la dirección del hotel al chófer, su corazón latía con fuerza al ver los británicos edificios, el tipo de tiendas, los teléfonos públicos... Su Inglaterra. La miraba como una pesadilla, pero al estar allí nuevamente, no podía evitar sentir un cosquilleo en su estómago.
.............
Al fin llegó su primer día en la Academia de Música Clásica Inglesa. No dejaba de repetirse aquel nombre en su cabeza ''Academia de Música Clásica Inglesa'', vaya que sonaba... Clásica y también... Inglesa. Sonrió mientras caminaba por Londres con su Cello, estúpidas ocurrencias. Estaba nerviosa, las rodillas le temblaban cuando apoyaba su pie en la acera tras cada paso, pero no dejaba de caminar viendo hacia el frente y con la espalda muy recta.
-Bienvenida, Señorita Stuart. -Le sonrío la secretaria del director, cuando llegó a preguntar por su horario de clases. Era una joven de unos 25 años, muy maquillada, además su cabello rubio estaba muy recogido y peinado en un moño, daba la impresión de que si un solo pelo se soltara aquella chica con kilos de maquillaje en su rostro, se pondría a chillar.
-Gracias. -Dijo intentando sonreír, y parecer amable.
-Aquí tiene su horario. Que tenga un buen día y espero se sienta a gusto aquí. -Sonrío de nuevo, o al menos hizo un gesto con su cara. Dio media vuelta e intentó acomodar el Cello de forma que no se golpeara al salir de la oficina, mientras con la espalda intentaba abrir. Pero entonces, sus rodillas volvieron a traicionarla, y se resbaló la agarradera del estuche del Cello de su mano. Mientras, preocupada, salvaba su amado instrumento de un terrible golpe contra el suelo, no se dio cuenta de que dejó que la puerta se volviera hacia el otro lado, golpeando a un inocente victima de ella. ¡Diablos! ¡Como odiaba ser tan torpe!
-¡Oh Diablos! -Fue lo único que escuchó decir al muchacho al otro lado, que iba a abrir en el preciso momento en que la puerta se devolvió hacia el y le estrujó los dedos.
-¡Mierda! ¡Cuanto lo siento! -Dijo aterrada de la vergüenza, mientras salía con costos aún cuidando el Cello y evitando mirar la cara del chico; lo dejó a un lado en el suelo una vez fuera de la oficina. -Lo siento, perdóname... Esque... El Cello...
-Tranquila.. No fue nada. -Sonrío haciendo un gesto con su mano. Entonces ambos la miraron, la chica con cierta preocupación, los dedos estaban algo morados por el majón. -Si debo dejar el piano, será por tu culpa, eso si..
-Mierda.. Realmente lo siento. -Dijo la muchacha sonrojada e intentando hacer algo y al mismo tiempo evitando todavía el rostro del joven que tenía al frente. -Ni cinco minutos aquí y ya he hecho un desastre.
-Tranquila, estoy bromeando. De verdad... -Dijo aquel joven entre risas. -Soy Frederic, ¿Tu eres nueva? Nunca te había visto.
-Así es... -Contestó Cammeron, al fin logró verle la cara con un poco de tranquilidad. Frederic, no era muy alto, tenía los ojos castaño claro, y llevaba el pelo negro largo, quizás el mas largo que le hubiera visto jamás a cualquier chico de aquella edad, lo tenía un poco mas abajo de los hombros, y lo llevaba de medio lado. Era curioso... Era bastante atractivo. -...Frederic -Sonrío- Soy Cammeron.
-Un gusto Cammeron. -Dijo dando una leve cabezada- ¿De donde vienes? ¡Espera! Antes de que contestes.. ¿Quieres ir por un café? La verdad no he desayunado y tengo hambre.. Además así puedo enseñarte un poco las instalaciones. -Cammy sonrío.
-Claro. Yo invito, es lo menos que puedo hacer, después de lo de tus dedos.
.....
-¡Vaya! -Decía Frederic, después de un sorbo de café- Aún no termino de digerir que hayas vivido tanto tiempo en América y aún así... Tu acento sigue siendo totalmente británico. -Cammeron rió por lo bajo.
-Bueno... Mi madre hizo un buen trabajo evitando que se me pegara el extraño acento americano.
-Eso parece. ¿Terminaste? ¿Que clase tienes ahora?
-Historia de la Música Barroca. -Respondí mientras miraba mi horario.
-¡Hey! ¡Yo también! Bueno... En realidad es la única clase que se imparte desde tan temprana hora, no es ninguna sorpresa. Así que vamos... El Señor Anderson no es muy amigable si llegas tarde.
PD: Hola! Tengo mucho sin subir por acá. Este capítulo no está muy interesante, ahorita habrán buenas apariciones. Se cuidan.
Cammeron despertó muy de mañana al siguiente día, tendría clases temprano, aunque el director le había dicho que se podría tomar el día libre, y quería despedirse de su única amiga.
Organizó sus pocas cosas en unas cuantas maletas, se sentó frente al teléfono, miró la hora y suspiró. Bastaron dos timbrazos para que la tía Clarence contestara al teléfono, aunque eran apenas las 5:30 de la mañana, aquella mujer ya entrada en edad, despertaba todos los días a las cinco, para prepararle el desayuno a su marido, lo que le parecía a Cammeron, sumamente machista y patético. Nunca coincidiría con su tía, eso lo tenía claro. Pero en aquel momento, debía llamarla, era su única familia, y se iría, no sabía por cuanto tiempo de lo que había sido su hogar por muchos años, viendo a aquella mujer con frecuencia.
-¿Diga? -Contestó aquella voz fría.
-¿Tía Clarence? -Preguntó algo cohibida.
-¿Que sucede?
-Yo... Bueno... -Buscó las mejores palabras para decírselo, sabía que aquello causaría algo de problema por la recién muerte de su madre y hermana. -Me mudo a Londres, mi vuelo saldrá hoy. -Un incómodo y escalofriante silencio se hizo entre aquellos dos antiguos telefonos.
-Esto es por tu madre ¿no?
-No.. Yo...
-No vas a huir de tu realidad, chica. No te lo voy a permitir.
-¡No voy a huir! ¡Se cual es mi realidad! -Suspiró- Conseguí una beca.
-Bien. -Respondió la mujer, cortante- Suerte. -Dicho esto, colgó el teléfono. Dejando a la joven mas que indispuesta.
¡Vaya! Esta bien que nunca habían tenido la mejor relación que digamos... ¡Pero era su único familiar cercano en ese momento! Incluso ella, Cammeron, reconocía que su frialdad sobrepasaba muchas veces los límites... Pero lo de su tía era algo de otro mundo, era como si le tuviera aversión.
Una vez mas se confirmaba su teoría de que NUNCA debía confiar en nadie. Todas las personas la decepcionarían, solo debía confiar en si misma para salir a delante. No habían excepciones, y cada vez era mas tajante con ella misma, ya que, cada vez se enteraba mas de lo cierta que era su teoría.
...........
-¿Que diablos está haciendo aquí, Stuart? -Fue lo primero que dijo el director al verla- ¡Su vuelo sale en unas horas!
-Ya se -Contestó sin mirarlo, se encontraban en el auditorio general, el cual estaba desocupado, así que aprovechó para sacar su Cello y tocar un rato, antes de partir- Pero quiero tocar.
-¿No podía hacerlo en su casa? -Cammeron lo miró por fin a los ojos, sin dejarse intimidar.
-Vaya, Señor Erbey... -Las pausas hacían que su voz resonara en el auditorio, mientras Erbey la miraba desde la entrada del lugar- Si tanto le molesta mi presencia... ¿Que hace en el auditorio conmigo? Yo estaba aquí instalada antes de que usted entrara.
El hombre que tantas veces la había tenido que retener en dirección por problemas con profesores u otros alumnos, la fulminó con la mirada, como tantas otras veces, sin causar reacción alguna en la chica, que ya se encontraba sentada en el escenario con su Cello entre ambas rodillas, mirando a su Director con tranquilidad, como si esperara a que el saliera, antes de poder tocar. El hombre, molesto, dio media vuelta y cerro las dos grandes puertas de madera tras si, dejando a la chica, sola, junto con lo único que nunca la decepcionaría... Dejándola con el amor de su vida, lo que podía llenar aquel vacío que siempre la acompañaba, llenarlo de felicidad, amor, pasión y tranquilidad, y quien sabe cuantos sentimientos mas, a los que aún no se les había dado nombre, todo eso con la melodía de cada cuerda, con la ternura del arco sobre ellas... Cada vibración se filtraba en su piel, se colaba entre cada tejido y la llenaba completamente...
Respiró profundamente antes de salir del avión. Caminó sin distraerse por el Aeropuerto, con la maleta a un lado y el Cello en la otra mano. Tomó un taxi, dándole la dirección del hotel al chófer, su corazón latía con fuerza al ver los británicos edificios, el tipo de tiendas, los teléfonos públicos... Su Inglaterra. La miraba como una pesadilla, pero al estar allí nuevamente, no podía evitar sentir un cosquilleo en su estómago.
.............
Al fin llegó su primer día en la Academia de Música Clásica Inglesa. No dejaba de repetirse aquel nombre en su cabeza ''Academia de Música Clásica Inglesa'', vaya que sonaba... Clásica y también... Inglesa. Sonrió mientras caminaba por Londres con su Cello, estúpidas ocurrencias. Estaba nerviosa, las rodillas le temblaban cuando apoyaba su pie en la acera tras cada paso, pero no dejaba de caminar viendo hacia el frente y con la espalda muy recta.
-Bienvenida, Señorita Stuart. -Le sonrío la secretaria del director, cuando llegó a preguntar por su horario de clases. Era una joven de unos 25 años, muy maquillada, además su cabello rubio estaba muy recogido y peinado en un moño, daba la impresión de que si un solo pelo se soltara aquella chica con kilos de maquillaje en su rostro, se pondría a chillar.
-Gracias. -Dijo intentando sonreír, y parecer amable.
-Aquí tiene su horario. Que tenga un buen día y espero se sienta a gusto aquí. -Sonrío de nuevo, o al menos hizo un gesto con su cara. Dio media vuelta e intentó acomodar el Cello de forma que no se golpeara al salir de la oficina, mientras con la espalda intentaba abrir. Pero entonces, sus rodillas volvieron a traicionarla, y se resbaló la agarradera del estuche del Cello de su mano. Mientras, preocupada, salvaba su amado instrumento de un terrible golpe contra el suelo, no se dio cuenta de que dejó que la puerta se volviera hacia el otro lado, golpeando a un inocente victima de ella. ¡Diablos! ¡Como odiaba ser tan torpe!
-¡Oh Diablos! -Fue lo único que escuchó decir al muchacho al otro lado, que iba a abrir en el preciso momento en que la puerta se devolvió hacia el y le estrujó los dedos.
-¡Mierda! ¡Cuanto lo siento! -Dijo aterrada de la vergüenza, mientras salía con costos aún cuidando el Cello y evitando mirar la cara del chico; lo dejó a un lado en el suelo una vez fuera de la oficina. -Lo siento, perdóname... Esque... El Cello...
-Tranquila.. No fue nada. -Sonrío haciendo un gesto con su mano. Entonces ambos la miraron, la chica con cierta preocupación, los dedos estaban algo morados por el majón. -Si debo dejar el piano, será por tu culpa, eso si..
-Mierda.. Realmente lo siento. -Dijo la muchacha sonrojada e intentando hacer algo y al mismo tiempo evitando todavía el rostro del joven que tenía al frente. -Ni cinco minutos aquí y ya he hecho un desastre.
-Tranquila, estoy bromeando. De verdad... -Dijo aquel joven entre risas. -Soy Frederic, ¿Tu eres nueva? Nunca te había visto.
-Así es... -Contestó Cammeron, al fin logró verle la cara con un poco de tranquilidad. Frederic, no era muy alto, tenía los ojos castaño claro, y llevaba el pelo negro largo, quizás el mas largo que le hubiera visto jamás a cualquier chico de aquella edad, lo tenía un poco mas abajo de los hombros, y lo llevaba de medio lado. Era curioso... Era bastante atractivo. -...Frederic -Sonrío- Soy Cammeron.
-Un gusto Cammeron. -Dijo dando una leve cabezada- ¿De donde vienes? ¡Espera! Antes de que contestes.. ¿Quieres ir por un café? La verdad no he desayunado y tengo hambre.. Además así puedo enseñarte un poco las instalaciones. -Cammy sonrío.
-Claro. Yo invito, es lo menos que puedo hacer, después de lo de tus dedos.
.....
-¡Vaya! -Decía Frederic, después de un sorbo de café- Aún no termino de digerir que hayas vivido tanto tiempo en América y aún así... Tu acento sigue siendo totalmente británico. -Cammeron rió por lo bajo.
-Bueno... Mi madre hizo un buen trabajo evitando que se me pegara el extraño acento americano.
-Eso parece. ¿Terminaste? ¿Que clase tienes ahora?
-Historia de la Música Barroca. -Respondí mientras miraba mi horario.
-¡Hey! ¡Yo también! Bueno... En realidad es la única clase que se imparte desde tan temprana hora, no es ninguna sorpresa. Así que vamos... El Señor Anderson no es muy amigable si llegas tarde.
PD: Hola! Tengo mucho sin subir por acá. Este capítulo no está muy interesante, ahorita habrán buenas apariciones. Se cuidan.
sábado, 21 de abril de 2012
Cap. 17 ''¿Cambio?''
-¡NO PIENSO DEJAR ESTADOS UNIDOS! ¡TENGO SEIS AÑOS VIVIENDO AQUÍ! ¿COMPRENDE? ¡¡SEIS AÑOS!! ¿COMPRENDE A LO QUE ME TENGO QUE ENFRENTAR?
-Ya lo se, señorita, pero son órdenes del director de la academia, esto no me compete en lo absoluto..
-¡NO!¡NO ME IMPORTA! ¡Y usted NO comprende a lo que me tengo que enfrentar! -Cammy suspiró y cerró los ojos- Bien, quiero hablar con el.
-Cinco minutos después-
-¡NO PIENSO DEJAR ESTADOS UNIDOS! -Le gritó al director de la academia, en los últimos cuatro años se había encontrado muchas veces sentada frente a aquel hombre de bigote espeso, la verdad era que tenía gran facilidad para meterse en líos.
-Señorita Stuart, comprenda, usted es una de nuestras mejores instrumentistas, necesitamos que amplíe su conocimiento. ¡Le están ofreciendo una beca para estudiar en una de las mejores academias del Reino Unido! ¡Una beca para actuar como primer atril en la Filarmónica! ¡Usted sería la cellista principal mas joven en la historia de esta Orquesta!
Cammy meditó unos segundos esto último. Era una gran oportunidad, si.
-¿Como saben ellos de mi? -Preguntó recelosa, pero mas calmada.
-Bueno... Nosotros enviamos grabaciones cada cierto tiempo para abrir oportunidades, enviamos una grabación suya a varias academias y tres de ellas nos ofrecieron becas. La de esta Academia es la mejor.
Cammeron se tapó la cara con desesperación mientras hacia un ruido que reflejaba molestia.
-Créame, Srita, usted es la primera que hace un berrinche así porque le ofrezcan una clase de beca como esta.
Cammy levantó un poco la cara dejando ver solo sus ojos.
-¿Por qué tiene que ser en Londres? ¿Por qué en Inglaterra?
-¿Acepta o no? -La apuró aquel hombre robusto con impaciencia.
Cammy suspiró.
-Bien... Acepto.
Salió de aquella oficina con un sobre en las manos, no quería abrirlo. Solo agradecía que Londres no estuviera tan cerca de Liverpool. Habían muchas cosas a las que no quería enfrentarse, resumido era solo una cosa: Su pasado.
Entró a su casa y se desplomó en el sofá, el sobre descansaba sobre la pequeña mesita frente a ella, no quería abrirlo, le daba la impresión de que jugaba una partida de miradas penetradoras con aquel sobre.
Suspiró al darse cuenta de la estupidez, lo tomó rápidamente en sus manos y lo abrió casi con desesperación.
La Orquesta Filarmónica de Londres y la Academia de Música Clásica Inglesa, tiene el honor de ofrecer una beca a la violoncellista Cammeron Stuart.
Su vuelo saldrá el día 11 de mayo de 1963 al medio día (El boleto está adjunto a la carta)
Su estadía será en el Hotel San Sebastian, cerca de las instalaciones de la Academia.
El resto era pura formalidad, dejó la hoja a un lado y miró la hora: las 6:30. Al siguiente día saldría su vuelo a Londres.
Una hora después, salió a fumar al jardín de afuera. Su vida cambiaría nuevamente, su madre había muerto, lo que le había causado una angustia interminable y una extraña sensación de vacío en todo su cuerpo. Además de esto, iría a Londres... Una vez mas.
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