Cap. 23 ''¿Una sonrisa imborrable?''

 -Excelente, Cammeron... Excelente. -Dijo el Sr Martin- Mi idea es poder acoplar al acompañamiento un par de contrabajos, junto a los clarinetes. ¿Que te parece?

 Había pasado un mes, aproximadamente. Todo parecía caminar con normalidad, la Academia, Doreen y Fred, mi trabajo como solista junto al Sr Martin, me llevaba muy bien con la banda, aunque me empeñaba en tratar a Lennon como si fuera uno mas, un simple chico que apenas conocía, hasta provocar un cosquilleo de satisfacción en todo mi cuerpo al ver como eso le molestaba.

 -Como usted desee. Sr Martin, esta es una excelente composición.
 -Tenía algo pensado para el cello solista, pensé en ti apenas... ¡Ringo!

El muchacho había entrado al estudio con las baquetas en la mano inesperadamente.

 -Pensé que estaban ensayando... -Se inquietó el Sr Martin, hablando al baterista.
 -Pues si, George, pues si.. ¿No podemos tomar un descanso? -Respondió Ringo descuidadamente, y con la misma soltura se sentó en el banco que estaba junto a mi, sin quitarle los ojos de encima a mi cello.
 -¿Que miras, baterista? ¿Nunca has visto un instrumento que se haga daño si lo agarras a golpes, a diferencia de tus resistentes tamborcitos? -Ringo me miró con los ojos entrecerrados y me señaló con una de las baquetas.
 -No juegues con el fuego, cellista.. Te vas a quemar. Te lo advierto. -Dicho esto se acostó en una extraña postura en el suelo y tras unos segundos de silencio dijo:
 -Dice el guarda que te busca alguien, allá afuera. Un muchacho guapo de pelo largo... -Insinuó arqueando las cejas.

Mi estómago dió un vuelco. Pero lo disimulé profesionalmente mirando a Ringo con la misma indiferencia burlona de siempre. Para después dirigirme al Sr Martin:

 -Me voy. Nos vemos la otra semana. Muchas gracias de nuevo, George.
 -A ti, Cammy. Cuidate. -Me respondió con la misma cortesía de siempre.
 -Adios, Richard... Portate bien. -Me despedí revolviendo el ya despeinado cabello.
 -Adiós... No prometo nada. -Rió con descaro. Salí rápidamente del estudio, y pronto me encontraba abriendo la puerta principal. La empujé con fuerza, hasta que...

 -¡Auch!
 -¡Fred! Lo siento... Lo siento, lo siento... -Dije apenada, mientras intentaba mirar el golpe que le había dado en la nariz.
 -No te preocupes. -Me aseguró con voz nasal, y los ojos llorosos- Halé la puerta en el mismo instante que la empujaste con esa... fuerza demoníaca...
 -Realmente lo siento...
 -No te preocupes. ¿Te llevo el cello?
 -Yo puedo, gracias. -Respondí quizás mas cortante de lo que quería.
 -Bien. -Contestó aturdido.

Caminamos unas cuantas cuadras en silencio. Me sentía bien, a gusto, cómoda. Y podía sentir que el también lo estaba, aún sumergidos en silencio... Podía sentir que el estaba a gusto y eso era lo único que me importaba. Llegamos a un parque y nos sentamos bajo un árbol. Hablamos un poco, yo reía, y el me miraba con algo de atención pero sin perder la sonrisa de su boca.

 -¿Y cuando decidiste cortar el cabello?
 -Cuando escuché a alguien decir que las mujeres debían llevar el pelo largo. -Contesté con soltura. El guardó unos segundos de silencio y me escudriñó el rostro, como intentando comprender mi rebeldía injustificada y caprichosa.
 -Sos una rara especie. -Dijo al fin. Yo solo solté una carcajada, y entonces nos fuimos por un café.


Llegué cansada al apartamento, dejé el cello en la entrada y me dejé caer en el sofá. Me dolían los pies, pero tenía una sonrisa grabada en el rostro, y no lograba borrarla con nada.
 Aquello me asustaba un poco, pero lo que más me asustaba era que las ganas de sonreír que sentía opacaban casi por completo aquel hecho que me provocaba el 'susto'.

-Estoy loca. Mierda. -Balbuceé, como para dar fin al día y al dilema, y me dormí.




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-¡Cammeron!
-¿Qué?
-¿Como que qué? -Dijo bruscamente. Y me arrebato las papas de la mano, antes de comenzar a comerlas.
-Son mis papás... -Señalé. Pero sin hacer mucho al respecto.
-¿Vas a ir a Historia?
-¿Por que no iría? -Respondí rápidamente.
-Fred no tiene clases... -Insinuó la chica arqueando las cejas- El profesor de Piano está enfermo.
-¿Que quiere decir ese gesto bochornoso que se dibuja en tu feo rostro, mujer?
-Feo tu trasero. ¿Te quedaras con Fred?
-Debo ir a Historia, Doreen...
-¿Que pasa con Fred, Cammeron?
-Debo ir a Historia... -Repetí sin poder ahogar la risa. Me levanté y me fui. Doreen solo sonrió con picardía.

 Sonreía como estúpida. No era posible que ya otras personas comenzaran a notar aquel ''algo'' que opacaba mi angustia. Todo era raro. No podía ilusionarme, yo no me ilusionaba. No debía hacerlo.

 -¡Cammy! -Me volteé.
 -Hola Fred... -Dije sin lograr mirarlo a los ojos.
 -¿Tendrás clase ahora?
 -Debo ir a Historia... -Volví a repetir cansinamente.
 -Va.... Es que estoy libre y... No se, no quería molestarte. Te veo más tarde. -Lo vi alejarse con un poco de angustia mezclada con las ganas de quedarme con él.
 Mierda ¿Qué me estaba pasando? Debía aclarar mis ideas. Aquel muchacho me gustaba, de eso no había duda... Me encantaba. Y debía hacer algo al respecto. No podía simplemente dejar que una persona ocupara tanto espacio en mi cabeza. Era eso, una simple y sencilla persona...
 Toda la clase de Historia tuve en mi cabeza la imagen de su mirada un poco desilusionada. Se le hacían un par de comisuras junto a cada ojo cuando sonreía, y los ojos se achinaban un poco. El cabello era largo, le llegaba hasta los hombros, y se lo acomodaba bajo las orejas. Tenía las manos grandes y los dedos finos. Sobresalía un poco, era un poco alto sí, pero tenía un aire demasiado.. ¿Musical? Si, tal vez fuera eso. Me atraía, y me obstinaba esa atracción.

Me encantaba Fred.






Hola gente.
 Perdón por haber tardado tanto de nuevo, espero me disculpen.
Gracias a las que me dijeron que siguiera escribiendo, de verdad.